Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

NABOKOVIANA

De Más afuera de Jonathan Franzen, p. 137-138
La tercera pregunta es: He leído una entrevista a un autor que dice que, mientras escribe una novela, llegado un punto los personajes «asumen el control» y le indican qué hacer. ¿A usted también le ocurre?
Ésta siempre me sube la tensión. Nadie la contestó mejor que Nabokov en su entrevista en Paris Review, donde señaló a E.M. Forster como origen del mito sobre la «toma de control" por parte de los personajes. Afirmó que, a diferencia de Forster, que dejaba que sus  personajes se fueran  por su cuenta en su Pasaje a la India, él hacía trabajar a los  suyos como «galeotes». Obviamente, la pregunta también le subía la tensión a Nabokov.

Cuando un escritor hace una afirmación como la de Forster, lo mejor es pensar que se ha  equivocado. Más a menudo, por desgracia, percibo un tuflllo de autoengrandecimiento, como si el autor intentara distanciar su obra de la elaboración mecanicista de la trama, propia de las   novelas de género. Querría hacernos creer que, a diferencia de lo que ocurre con esos  escritorzuelos que pueden decirnos por adelantado cómo acabarán sus libros, su propia  imaginación es tan poderosa y sus personajes tan reales y vívidos que no posee control sobre ellos. También aquí es mejor pensar que no es verdad, porque la idea misma presupone una   pérdida de voluntad autoral, una abdicación de la intención. La principal responsabilidad del novelista es crear sentido, y si de algún modo pudiera delegar esa función en sus personajes por fuerza él mismo estaría eludiéndola.

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