Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

LA "REALIDAD"

De El váter de Onetti, de Juan Tallón
El hombre no descansa mientras algo irrisorio y ridículo bulle a su alrededor.

En este sentido, existe una anécdota reveladora de Visconti, cuando durante la grabación de una de sus películas decidió descartar una escena ya filmada porque, en la biblioteca que aparecía al fondo de la estancia donde se rodaba, había un libro que no se correspondía con la época. Era imposible que el espectador reparase en él, pero aquella presencia extemporánea en la escena retorcía el ánimo de! cineasta. Peor que el caso de Visconti, sin embargo, era el de Ludwig Wittgenstein. Vivía con su hermano en la mansión familiar de Viena, cuando Paul interrumpió un día sus ejercicios de piano para golpear la pared que daba a la habitación vecina, donde Ludwig escribía en silencio. «¡Cómo pretendes que toque el piano con tu escepticismo metiéndose por debajo de la puerta!», le gritó. Ludwig no contestó, demasiado concentrado en su Tractatus.

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