Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

DE LA DIVISION SEXUAL DEL TRABAJO

De El fin de Alice, de AM Holmes, p.86-87
La madre de él llama para invitarla a cenar. La madre de él llama y habla con la madre de ella. Es el modo en que se hacen estas cosas. Entretanto la duende animada gandulea en segundo plano, fingiendo que es una infante, demasiado pequeña para alcanzar el teléfono, para que le incumba el lenguaje amoroso transmitido por vía telefónica. Se ocupa de que su madre lo haga en su lugar. Como las brujas buenas de los cuentos de hadas, esas madres son cortas de vista, aquejadas del astigmatismo del afecto. Son murciélagos descerebrados en el campanario, la última generación perdida de amas de casa, adiestradas para ser sordas, mudas y ciegas. Permanecen en el hogar, errando de una habitación a otra, esgrimiendo botes de Don Limpio y Centella, suaves gamuzas en la palma de la mano, rezumando limpiamuebles por todos los   poros. Todo lo que acarician se transforma, la mancha se evapora. Las superficies relucen. Y cuando han terminado, y en realidad no terminan nunca, pero cuando se sientan a descansar, sufren una regresión. Juegan corno niñas al gran juego de regentar una casa. Charlan de ello por teléfono, mientras manipulan con la lima de esmeril, mojan el pincelito en la laca roja y se la aplican encima de las uñas. Charlan de ello como si el teléfono no fuese la joya de la corona de la cultura de la comunicación, sino un conjunto de latas vacías de zumo de naranja atadas con una cuerda extendida de una casa a otra. Con el auricular metido debajo de la barbilla, se mueven por sus cocinas preparando bocadillos, removiendo la salsa, congelando y descongelando sus congeladores y neveras, y mantienen constantemente el cordón rizado alrededor del cuello: es un milagro que no se estrangulen con él.

SEPTIEMBRE DE 1964

De El balcón en invierno de Luis Landero, p.58-59
gato, a pobres hervores de cocina, a caramelos medicinales, a ambientador barato de cine, a colillas muy chupeteadas y apuradas y a tabaco rubio americano, a los cables eléctricos recalentados de los tranvías y a gasolina mal quemada, a todo eso olería en aquella noche de verano de hace ya tantos años. Enfrente, todavía iluminadas sus ventanitas de cristales por una luz pobre y sucia, estaba el quiosco del señor Emilio, donde yo compraba cigarrillos sueltos y alquilaba por 50 céntimos novelas policíacas y del Oeste, además de todo tipo de tebeos. Aquellas eran casi todas mis lecturas de entonces.
Ahí en la Central tienes un buen sueldo y un buen futuro. Ser oficinista es bonito. Es un trabajo fino y para toda la vida. iCuántos quisieran!
Yo ganaba 2400 pesetas al mes. Entonces, el sueldo mínimo era de 1800 pesetas, una gabardina costaba entre 250 y 300 pesetas, el periódico, 2 pesetas, un cigarrillo rubio americano, 1,20 o 1,50, imposible acordarse.

Yo tenía ya para entonces algunas experiencias laborales. Como era muy mal estudiante, y para que comprobase por mí mismo lo duro que era ganarse la  vida, a los catorce años mi padre me sacó del colegio y me puso a trabajar de chico para todo en una tienda de ultramarinos que había junto a la plaza del Marqués de Salamanca. Eran unas mantequerías de lujo, acordes con el barrio, muy grandes, impresionantes en la presentación y abundancia de los productos. Y qué de cosas había allí. Cosas que yo no había visto nunca, ni imaginado, y que ni siquiera conocía de oídas, acostumbrado como estaba a las austeras comidas campesinas del pueblo y a las menesterosas y nutritivas de Madrid. Muy bien expuestos tras las amplias y luminosas vitrinas acristaladas de los mostradores, había cortes maravillosos de ternera asada, de rosbif, de chuletas de Sajonia, de salami, de sobrasada, de butifarra, de jamón de Parma y de Virginia, de asado de gallo relleno de bogavante, de mortadela, de pavo con melocotones, con pistachos, con arándanos, con bayas de mirto, con trufas, con ciruelas y piñones, con setas, y había todo tipo de salchichas, de Viena, de Frankfurt, de Lyon, de Bolonia, de hígado con hierbas, y todo tipo de pasteles y hojaldres, de carne, de merluza, de berberechos, de langosta, de pulpo, de aguacate con gambas, de sesos de liebre, de mollejas de alondra, de fricasé, de sardinas con salsa de ostras, y una sección sola para los encurtidos, y otra para los quesos, que los había de todo el mundo, y otra para las especias, y aquí y allá se leían, finamente caligrafiados a mano en las etiquetas, sabores impensables, vinagre de violetas, de frambuesa o de menta, castañas en almíbar de tomillo, cangrejos con rosas glaseadas, pepinillos aromatizados con manzanas agridulces y lágrimas escarchadas de jazmín, faisán con mermelada de cebolla, sopa de galápago con huevos de codorniz, perdices con chocolate, tuétano de jabalí con ajo confitado, y por todos lados variedades infinitas de conservas, de escabeche, de ahumados, de salpicones, de canapés, de salsas, de zumos, de helados, de pasteles, de dulces

INCIPIT 412. UN HOMBRE ENAMORADO / KO KNAUSGARD

29 DE JULIO DE 2008

El verano ha sido largo, y aún no ha terminado. El 26 de junio acabé la primera parte de la novela, y desde entonces, hace más de un mes, tenemos a Vanja y a Heidi en casa, sin ir a la guardería, con roda el trabajo extra que eso conlleva. Yo nunca he entendido lo de las vacaciones, nunca he sentido necesidad de tenerlas, siempre he preferido trabajar. Pero si hay que tener vacaciones, las tengo. Pensábamos pasar la primera semana en esa pequeña cabaña que Linda insistió en comprar en una huerta comunitaria el otoño pasado, con la intención de que fuera en parte un lugar donde escribir, y en parte donde pasar los fines de semana. Pero a los tres días nos dimos por vencidos y volvimos a la ciudad. Meter a tres niños pequeños y dos adultos en una superficie muy limitada, con gente rodeándonos por todas partes, sin otra cosa que hacer que arrancar y cortar la hierba, no es precisamente una buena idea, sobre todo si la atmósfera reinante ya es tensa antes de instalarse. Tuvimos varias discusiones muy subidas de tono en ese lugar, sin duda para gran diversión de los vecinos, y la sensación que me producían esos centenares de jardincitos decorosamente cuidados, con todas esas personas viejas y medio desnudas, me hacía sentirme claustrofóbico e irascible. Los niños captan rápido esas situaciones y luego las aprovechan, sobre todo Vanja, que reacciona casi al instante a cualquier alteración de tono o volumen de la voz, y si la cosa va a más, se pone a hacer lo que sabe que

INCIPIT 411. LOS ADIOSES / JUAN CARLOS ONETTI

Quisiera no haber visto del hombre, la primera vez que entró en el almacén, nada más que las manos; lentas, intimidadas y torpes, moviéndose sin fe, largas y todavía sin tostar, disculpándose por su actuación desinteresada. Hizo algunas preguntas y tomó una botella de cerveza, de pie en el extremo más sombrío del mostrador, vuelta la cara -sobre un fondo de alpargatas, el almanaque, embutidos blanqueados por los años- hacia afuera, hacia el sol del atardecer y la altura violeta de la sierra, mientras esperaba el ómnibus que lo llevaría a
los portones del hotel viejo. 
Quisiera no haberle visto más que las manos, me hubiera bastado verlas cuando le di el cambio de los cien pesos y los dedos apretaron los billetes, trataron de acomodarlos y, en seguida, resolviéndose, hicieron una pelota achatada y la escondieron con pudor en un bolsillo del saco; me hubiera bastado aquellos movimientos sobre la madera llena de tajos rellenados con grasa y mugre para saber que no iba a curarse, que no conocía nada de donde sacar voluntad para 

CONSECUENCIAS DE LA GUERRA

De El balcón en invierno de Luis Landero, p.129-130
Siempre me ha intrigado, como un rasgo significativo y misterioso de la psicología humana, que la vida de diario encuentre un cauce para seguir fluyendo como si tal cosa durante las guerras, que los niños sigan jugando, los músicos haciendo música, los bailarines danzando, los escritores (que acaso ni siquiera hacen mención en sus libros al momento histórico que viven) escribiendo, las muchachas poniéndose guapas, los novios bailando incansablemente a media luz ... Es inquietante, y reveladora de los fondos turbios de nuestra alma, la facilidad que a veces tenemos para convivir con el horror y para reajustar o acomodar a las circunstancias, de un día para otro, nuestra tabla usual de valores.
En estos casos, siempre me acuerdo de la siguiente historia. Dos jóvenes filósofos alemanes se encuentran un día de finales de julio de 1914. ¿ye has enterado ya de lo sucedido?, pregunta Falkenfeld, trémulo de ansiedad. Sí, claro, Sarajevo, dice Herbert Marcuse, que es quien cuenta el suceso. No, no, dice Falkenfeld, escandalizado, que mañana se suspende el seminario de Rickert. ¿Qué pasa, que está enfermo? No, es por la amenaza de la guerra. Y precisamente mañana me tocaba a mí exponer el trabajo sobre Kant. Falkenfeld fue llamado a filas. Me va bien, como siempre, le escribe a Marcuse desde las trincheras, solo que el ruido de los cañones me ha dejado casi sordo. Más abajo dice: Sigo opinando que la tercera antinomia de Kant es más importante que toda esta guerra mundial. Más abajo especula sobre la posibilidad de que una granada francesa hiera su cuerpo empírico, y acaba diciendo: iViva la filosofla  trascendental! A Falkenfeld lo mataron en  el frente poco tiempo después.

Cuando conocí esta historia, pensé de inmediato en mi padre, que regresó de la guerra derrotado no por la armas sino por las letras, por la visión alucinada de una  realidad desconocida y ni siquiera imaginada o soñada hasta entonces por él. Descubrió el ancho mundo, y con él el progreso, los prodigios de la modernidad, las complejidades y el brillo de la vida urbana, la invitación a la aventura de los barcos que zarpan hacia los confines oceánicos, y la ilustración y el saber, claro está: el hombre que sabía hablar en francés o en inglés, el que sabía tocar el acordeón o la guitarra, el que sabía hacer versos, el que sabía expresarse con una elocuencia que te embelesaba y persuadía ya de antemano, el que sabía escribir a máquina con todos los dedos a la velocidad del rayo, el que sabía ser ingenioso, el que sabía pintar, el que sabía juegos de manos, el que sabía de mecánica, de medicina, de leyes, de política ...

TELEVISION EN FAMILIA

De La vida iba en serio de JJ Vázquez, p.107
-Me aburría en la calle y he preferido venir a ver la tele.
-A mí me gusta mucho que te quedes alguna noche con nosotros -confesó mi padre.
Yo estuve a punto de decir que a mí también me gustaba estar con ellos, que me encantaba ver que se llevaban tan bien, que me emocionaba cuando mi padre presumía delante de todo el mundo de que no salía a la calle sin mi madre y que me consideraba un afortunado por tener un padre que trabajara siempre y no tuviera que dedicarse a lavar el coche, que era lo que hacían muchos vecinos en paro para matar el tiempo y no estar todo el día encerrados en casa. Estuve a punto de decirles que les agradecía todo lo que estaban haciendo por mí y que quería que me durasen siempre.

Pero me dio vergüenza.

SOBRE BAILAR LA RUMBA

De Zuckerman encadenado de Philip Roth, p. 299-300 (Círculo)
Escribir la última página de un libro era lo más que se había acercado nunca a la condición sublime. y llevaba cuatro años sin sucederle. Ni se acordaba ya de cuándo había escrito por última vez una página legible. Con el collarín puesto, el espasmo de la parte alta del trapecio y el dolor agudo a ambos lados de la espina dorsal le hacían difícil incluso escribir un sobre a máquina. Cuando un ortopeda del Mount Sinai atribuyó sus molestias al hecho de llevar veinte años martilleando una portátil, lo primero que hizo fue comprarse una IBM Selectric; y, sin embargo, al llegar a casa y hacer el intento de ponerse a trabajar descubrió que con aquel teclado IBM del que no tenía costumbre le dolía tanto como con la última de sus pequeñas Olivetti. Le bastó con poner los ojos en la Olivetti, arrumbada en una asendereada maleta, al fondo del armario de su dormitorio, para que lo inundara la depresión, como seguramente le ocurriría a Bojangles Robinson nada más mirar sus viejos zapatos de baile. Con lo fácil que le resultaba, en sus tiempos de hombre sano, apartarlo todo y hacer sitio en la mesa de trabajo para comer o para tomar las notas o para leer un rato o para ocuparse del correo. ¡Cuánto le había gustado, en tiempos, llevar de un sitio para otro a aquellas silenciosas compañeras de trabajo, que nunca se quejaron de nada, a pesar de las tremendas palizas que les pudo dar desde Jos veinte años en adelante! Allí estaban ellas, mientras él pagaba las pensiones a sus mujeres y contestaba a sus admiradores, allí estaban ellas para que él apoyara la cabeza a su lado, cuando le abrumaban la belleza o la fealdad de Joe Bill Bojanglts Robinson (1878·1949). Bailarín y showman de raza negra, famoso, que acababa de escribir, alli estaban mientras escribió cada una de las páginas de cada uno de los borradores de las cuatro novelas que hasta ahora llevaba publicadas y de las tres que hablan ardido en la hoguera ... Si Olivetti pudiera hablar, dejaría en cueros al novelista. De la IBM recetada por el primer ortopeda, en cambio, no recibía nada: sólo un zumbido de autosuficiencia, puritano, profesional: soy una Correcting Selectric. Nunca hago nada mal. No tengo ni la menor idea de quién puede ser el tipo que tengo sentado delante. Y, por la pinta, tampoco parece que la tenga él.

No era mucho mejor escribir a mano. Ya en los buenos tiempos de antaño, cuando trasladaba la mano a lo ancho de la página, lo que parecía era  un individuo muy valiente y muy decidido, tratando de acostumbrarse a un miembro artificial. Tampoco es que los resultados fueran muy fáciles de descifrar. Escribir a mano era su práctica más torpe. Le salía mejor bailar la rumba que escribir a mano. 

MARAVILLAS DE LA INFANCIA

De El balcón en invierno de Luis Landero, p.174
Daba miedo pensar en esas cosas. Si tú dejabas un pelo de vaca en el charco de lluvia formado en la pisada de la vaca, a los quince días el pelo se había transformado en un ser vivo, una pequeña y delgada culebra del tamaño del pelo. No eran supersticiones ni artificios de brujos, no, eso lo habían visto con sus propios ojos mi tía Santa y mi primo Paco (mi tío Ignacio no quiso nunca participar en el experimento porque era muy perezoso para moverse y prefería quedarse junto a la lumbre, pero atestiguaba el prodigio con la autoridad que le otorgaba su sabio laconismo). El que no lo creyera, que hiciese la prueba y se convenciera por sí mismo.
¿Y la víbora? Eso también lo habían visto muchos, no se iban a poner todos de acuerdo en la misma mentira. La víbora, cuando va a beber, deja antes el veneno a buen recaudo en una piedra limpia para que no se le mezcle y se le rebaje con el agua, y después de beber vuelve a la piedra y recoge su veneno. Pero si entretanto tú vas y le pisas y le estropeas el veneno, ella entonces se pone rabiosa, enloquece, y se da de latigazos contra el suelo, y se retuerce, echando espuma por la boca, hasta que se le parte el espinazo y se acaba muriendo. Y todo porque, sin su veneno, a la víbora no le sale a cuenta vivir. No le sale a cuenta. O, por ejemplo, el toro bravo. Si lo atas a la sombra de una higuera, en pocos días se vuelve manso como un perro. Y el que planta un laurel, muere joven, eso también está demostrado desde antiguo. Como también es un hecho que en el campo las noticias se difunden con mucha rapidez. Todo se sabe en el momento. Por ejemplo, si se produce alguna novedad, el grillo y el pájaro carpintero la trasmiten por telégrafo a un viejo búho, que tiene su casa y su oficina en un olivo, y que con un parpadeo que le coge toda la cara se da por avisado, y con sus gritos pasa la   información a un tejón que acaba de abandonar su cubil, o a una liebre que va ya con retardo a su casa. Los animales, entre ellos, tienen también sus coloquios, sus secreteos y cambalaches.

Sí, el mundo era todo él un misterio. ¿por qué se destronan los gallos?, ¿por qué las hormigas saben de las tormentas y los caballos de los terremotos? (Por qué la ortiga no te pica si no le tienes miedo? Y eso por no hablar de los lobos. El lobo, solo con la mirada, ya hace daño. Fulmina, sentenciaba tío Ignacio. Hay quien se queda mudo, o tonto, o se echa a llorar.

HYMYV

De Orlando de Virginia Woolf, p.122-123
Se estaba poniendo algo más modesta, como la mayoría de las mujeres, de su inteligencia; un poco más vanidosa. Como la mayoría de las mujeres. de su persona. Ciertas sensibilidades aumentaban,  otras disminuían.
Algunos filósofos dirán que el cambio de traje tenía buena parte en ello. Esos filósofos sostienen que los trajes, aunque parezcan frivolidades, tienen un papel más importante que el de cubrirnos. Cambian nuestra visión del mundo y la visión que tiene de nosotros el mundo.  Por ejemplo, bastó que el Capitán Bartolus viera la falda de Orlando, para que le hiciera instalar un toldo, le ofreciera otra tajada de carne y la invitara a desembarcar con él en su lancha. Ciertamente no hubiera sido objeto de estas atenciones si sus faldas, en vez de ahuecarse, se hubieran pegado a sus piernas como bombachas. Y cuando somos objeto de atenciones debemos retribuirlas. Orlando había saludado, había aceptado, había halagado el humor del buen hombre: lo que  no hubiera sucedido si el capitán en vez de pantalones  hubiera llevado faldas, y confirma la tesis de que son los trajes los que nos usan, y no nosotros los que usamos los trajes: podemos imponerles la forma de nuestro brazo o de nuestro pecho. pero ellos forman a su antojo nuestros corazones, nuestras lenguas, nuestros cerebros: A  fuerza de usar faldas por tanto tiempo,  ya un cierto cambio era visible en Orlando; un cambio hasta de cara, como lo puede comprobar el lector en la galería de retratos. Si comparamos el retrato de Orlando hombre con el de Orlando mujer, veremos que aunque los dos son indudablemente una y la misma persona, hay ciertos camiblos. El hon1bre tiene libre la mano para empuñar la espada, la mujer debe usarla para retener las sedas sobre sus hombros. El hombre mira el mundo de frente como si fuera hecho para su uso particular y arreglado a sus gustos. La mujer lo mira de reojo, llena de sutileza, llena de cavilaciones tal vez, si hubieran usado trajes iguales, no es imposible que su punto de vista hubiera sido igual.

Tal es el parecer de algunos filósofos, que por cierto son sabios, pero nosotros no lo  aceptamos. Afortunadamente, la diferencia de los sexos es más profunda. Los trajes no son otra cosa que símbolos algo escondido muy adentro. Fue una transformación  de la misma Orlañdo la  que determinó su eleeción del traje de mujer y sexo de mujer. Quizá al obrar así, ella sólo expresó un  poco más abiertamente que lo habitual -es indiscutible que su  característica primordial era la franqueza- algo que les ocurre a muchas personas y  que no manifiestan. De nuevo nos encontramos ante un dilema. Por diversos que sean los sexos, se confunden. No hay ser humano que no oscile de un sexo al otro, y a menudo sólo los trajes siguen siendo varones o mujeres, mientras que el sexo oculto es lo contrario del que está a la vista. De las complicaciones y confusiones que se derivan, todos tenemos experiencia; pero dejemos el problema general y limitémonos a su operación en el caso particular de Orlando.

SUAVE ES LA NOCHE

De La parte inventada de Rodrigo Fresán, p.328-329
“Cada día era diferente al anterior”, Gerald Murphy a Calvin Tomkins.
Sara y Gerald Murphy huyen de Estados Unidos porque sienten que allí todo está preordenado, como ya escrito y marcado por un protocolo que no permite improvisar o innovar. La burguesía norteamericana, los nuevos ricos del nuevo imperio, sueñan con ser aristócratas europeos pero no pueden saber ni imaginarse que Europa ya no es la que era. Ahora, Europa es la que es y Europa es lo que será. En Europa, en el Viejo Mundo, todo parece nuevo para los Murphy.
Y Europa, sí. Y Tender Is the Night como la evolución natural y potenciada de aquellas novelas de Henry James en las que los norteamericanos viajaban al Viejo Mundo para exponerse a la novedosa e iniciática radiación de volverse más o menos locos o menos o más cuerdos. Transfigurados, en cualquier caso. El turismo como forma de iluminación de kilómetros o millas de oscuridad. Y Tender ls the Night -que también podría llamarse The Portrait of Another Lady o The Ambassador- vuelve más evidente aún la traicionera fidelidad entre James y Fitzgerald.James creía que somos definidos por los objetos y los lugares que nos rodean, Fitzgerald va más lejos y nos informa de que acabamos siendo los objetos y los lugares que nos rodean: camisas, autos, hoteles, botellas, juguetes, cielos estrellados y playas en las que estrellarse.

Una noche Gerald y Sara Murphy van a ofrecer una cena, pero no encuentran flores para decorar las mesas. Las floristerías están cerradas o no han llegado flores frescas. O algo por el estilo. Así que los dos bajan las escaleras y corren hasta la juguetería más cercana y llenan un gran canasto de mimbre con juguetes de hojalata a cuerda. Durante los postres, Picasso se entusiasma mucho con un camión de bomberos. Fitzgerald, en cambio, toma entre sus manos a un hombrecito que arrastra una maleta y le da cuerda, y lo ve marchar de aquí para allá, por encima del mantel y, con tristeza, comenta: «Me recuerda a mí».

YA NO HAY PADRES

De La lección de anatomía de Philip Roth, p.358 (Galaxia)

-¿Tú de qué vas? -preguntó ella-. Ya no hay padres. Se acabaron los padres. Mira, con el estudiante de Derecho he intentado llevarme bien. Pensé que me ayudaría a concentrarme en este estúpido colegio. El hombre estudia, corre por las mañanas, no se pasa con las drogas y sólo tiene veintitrés años. Que para mí es muy joven. He hecho un esfuerzo grande con él y con sus cuelgues, me cago en la leche, y ahora, ahora resulta que no quiere, para nada. No sé qué le pasa al chico. Lo miro de reojo y se me convierte en un bebé. Será miedo, digo yo. Los sanos te aburren a muerte, y los que te fascinan al final siempre resulta que están como  cabras. ¿Sabes lo que me he visto empujada a hacer? ¿Sabes de qué estoy a punto? De   casarme. Casarme y que me destruyan, y decirle al contratista de la casa: «La piscina me la pone usted aquí.»

DE LA ETICA PROTESTANTE Y EL ESPIRITU DEL INDIVIDUALISMO

Un hombre enamorado,  KO Knausgard, p 504
-Bueno. Eres una persona profundamente ética, hay una estructura básica ética en el tondo de tu esencia que es irreducible. Reaccionas físicamente a lo impropio, esa vergüenza que te sobreviene no es abstracta ni conceptual, sino puramente física, y no te puedes escapar. No eres exactamente un jugador. Pero tampoco un moralista. Sabes que yo tengo una preferencia por el victorianismo, su sistema en el que todo lo que ocurre en el escenario es visible y todo lo que ocurre detrás está oculto. No creo que una vida así te haga más feliz, pero es más vida. Tú eres protestante hasta la médula. El protestantismo es lo interior, es estar unido con uno mismo. Tú no puedes vivir una doble vida, aunque quisieras es algo que no puedes hacer. En ti, vida equivale a moralidad. De modo que eres éticamente intachable. La gran mayoría de la gente es como Peer Gym, hace un poco de trampa en el camino de la vida. Tú no. Todo lo que haces lo haces con gran seriedad y conciencia. ¿Alguna vez te has saltado una sola línea de los manuscritos que te mandan para que hagas informes? ¿Alguna vez no los has leído desde la primera hasta la última página?
-No.

-No, y eso significa algo. Tú no sabes hacer trampas. No sabes. Eres un archiprotestante. Y, como te he dicho, eres un contable de la felicidad. Si logras un éxito por el que otros hubiesen matado, simplemente haces una cruz en la agenda. No hay nada que te alegre. Cuando estás  unido contigo mismo, lo que ocurre casi todo el tiempo, estás mucho más controlado que yo. Y sabes cómo trabajo yo con todos mis sistemas. Tienes tus espacios en blanco en los que puedes perder el control, pero cuando no estás en ellos, y ya casi nunca estás, eres completamente despiadado en tu moral. Estás expuesto a tentaciones mucho más que yo y otros no famosos. Si hubieras sido yo, habrías Ilevado una doble vida. Pero tú no puedes. Estás condenado a vivir sencillamente. ¡]a, ja, ja! No eres Peer Gynt, y creo que ése es el núcleo de tu ser. Tu ideal es lo inocente, la inocencia. ¿Y qué es la inocencia? Yo me encuentro  completamente al otro extremo. Baudelaire escribe sobre ello, sobre Virginia, ¿te acuerdas?, la imagen de la inocencia pura, que es enfrentada a la caricatura, y oye una risa grosera y entiende que ha sucedido algo vergonzoso, pero no sabe de qué se trata. ¡No lo sabe! Se envuelve en sus alas. Y entonces estamos de vuelta ante el cuadro de Caravaggio, ¿sabes?, Los jugadores, el que es engañado por todos los demás. Ése eres tú. 

EL PASADO NO HA MUERTO: NI SIQUIERA HA PASADO

Del Prólogo a  los Cuentos completos de W Faulkner
Faulkner, que acaba de pasar una breve temporada con Cowley, le escribe nada más llegar a su casa de Oxford, Mississippi, y le describe el lento viaje hacia el sur en un avión que hizo escala en infinidad de lugares intermedios:
“No me aburrí demasiado, porque pasé el tiempo pensando en la colección de relatos, y cuanto más pienso en ella más me gusta. El único prefacio que recuerdo es uno que leí cuando tenía dieciséis años, en un libro de Sienkiewicz donde decía, aunque no con estas palabras, algo así como que «este libro ha sido escrito con esfuerzo (podría haber dicho agonía o sacrificio} para enaltecer el corazón de los hombres». Y ésa me parece que es la única finalidad meritoria de un libro, de modo que también en una colección de relatos la forma y la integración son tan importantes como en una novela.”
Y continúa Cowley diciendo que «estoy casi seguro de que hay ecos de esa frase, amplificada y remota como un trueno en los montes, al comienzo y al final del discurso de recepción del   Premio Nobel que pronunció Faulkner». Al principio de ese brevísimo texto dice Faulkner que «entiendo que este premio no se me otorga a mí en persona, sino a mi obra, que es producto de una vida vivida en la agonía y el esfuerzo del espíritu humano. ( ... }Por tanto, este premio sólo es mío en depósito». Y al final apunta que «es privilegio del escritor ayudar al hombre a resistir mediante el enaltecimiento de su corazón, recordándole la valentía y el honor y la   esperanza y el orgullo y la compasión y la piedad y el sacrificio que han sido gloria de su pasado». Y es que en Faulkner, según se dice en Réquiem por una monja, es imprescindible tener presente que «el pasado no ha muerto: ni siquiera ha pasado».

INCIPIT 410. LA FIESTA DE LA INSIGNIFICANCIA / MILAN KUNDERA



Alain medita sobre el ombligo
Era el mes de junio, el sol asomaba entre las nubes y Alain pasaba lentamente por una calle de París. Observaba a las jovencitas que, todas ellas, enseñaban el ombligo entre el borde del pantalón de cintura baja y la camiseta muy corta. Estaba arrobado; arrobado e incluso trastornado: como si el poder de seducción de las jovencitas ya no se concentrara en sus muslos, ni en sus nalgas, ni en sus pechos, sino en ese hoyito redondo situado en mitad de su cuerpo.
Eso le incitó a reflexionar: si un hombre (o unaépoca) ve el centro de la seducción femenina en los muslos, ¿cómo describir y definir la particularidad de semejante orientación erótica?

EL COMUNISMO COMO VOLUNTAD Y REPRESENTACION

De La fiesta de la insignificancia de Milan Kundera, p.109-110
-La gran idea de Schopenhauer, camaradas, es la de que el mundo no es más que representación y voluntad. Eso significa que, tras el mundo tal como lo vemos, no hay nada objetivo, ninguna «Ding an sich» y que, para hacer que exista esa representación, para hacerla real, debe haber una voluntad; una enorme voluntad que la impondrá.
Zhdánov protesta tímidamente:
-ilósif, el mundo como representación! Toda la vida nos has obligado a afirmar que era una mentira de la filosofía idealista de la clase burguesa.
-¿Cuál es, camarada Zhdánov –contestó Stalin-, la primera propiedad de una voluntad?
Zhdánov calla y Stalin responde:
-Su libertad. Puede afirmar lo que quiera. Dejémoslo. La verdadera pregunta es ésta: hay tantas representaciones del mundo como hay personas en nuestro planeta; eso crea inevitablemente el caos; ¿cómo poner orden a ese caos? La respuesta es clara: imponiendo a todo el mundo una única representación. Y sólo se puede imponer gracias a una única voluntad, una única, inmensa voluntad, una voluntad por encima de todas las demás voluntades. Esto es lo que he hecho mientras las fuerzas me lo han permitido. iY os aseguro que, bajo el dominio de una gran voluntad, la gente termina por creer cualquier cosa! iOh, camaradas, cualquier cosa!
Y Stalin rió, con felicidad en la voz.
Al acordarse de la historia de las perdices, mira con malicia a sus colaboradores y, en particular, a Jrushchov, bajito y rechoncho, que en aquel instante tiene las mejillas enrojecidas y que se atreve, una vez más, a mostrarse valiente:

-No obstante, camarada Stalin, aunque entonces se creyeran cualquier cosa que proviniera de ti, hoy ya han dejado de creerte del todo. 

DE BIBLIOTECAS, LIBROS Y E BOOKS

Una biblioteca sin límites precisos en la que nunca se encuentra el libro que se está buscando pero en la que siempre se encuentra el libro que debería buscarse.
 Una biblioteca que, a veces, se deja caer (hay casos documentados) y, mientras éstos extraen o agregan un libro, aplastan a sus duelos hasta una muerte que no es feliz pero, seguro, hay muertes peores, formas mucho más vulgares y menos ilustradas de morir sepultado.
Una biblioteca que, de tanto en tanto, deja caer el fruto maduro de un libro al suelo, como empujado por la mano de un fantasma o de su dueño, que no es un fantasma exactamente pero ... Y el libro se abre y allí se lee, por ejemplo, como ahora mismo, subrayado hace años por una de esas fibras de tintas que resaltan todo con un brillo casi lunar, algo como “No te enojes porque nuestros personajes no siempre tengan los mismos rostros; así están siendo fieles a la vida y a la muerte". O algo como “Está el folklore, están los mitos, están los hechos, y están todas esas preguntas que permanecen sin respuesta”. Y, aliado de esa frase atrapada en un globo de cómic que no conecta con ninguna boca, la irregular letra imprenta manuscrita y pequeña pero tan leíble, tan leída. Letra de alguien que siguió escribiendo a mano a pesar de teclados cada vez más livianos y blandos y plasmáticos. Letra más de científico loco que de médico cuerdo (¿Slow Writer Sans SerifBold?), añadiendo, en tinta roja junto a la cita en negro sobre blanco, un  “Y esas preguntas sin respuesta no son otra cosa que el folklore y los mitos y los hechos de una vida privada, muy privada: PLEASE, DO NOT DISTURB”.
Una biblioteca con libros cubiertos de polvo. Polvo doméstico que, en un 90 por ciento, no es otra cosa que materia muerta desprendiéndose de seres humanos y que, dicen, es factor clave para la buena conservación de los libros. Así que no desempolvados del todo ni demasiado seguido y, ah, justicia poética y justicia literaria: nosotros nos deshacemos para que los libros se mantengan enteros y del polvo de nuestras historias venimos y al polvo sobre los libros volvemos. Volvemos a una biblioteca -como toda biblioteca- frente a la que uno puede pararse como contemplando las ruinas nobles de un mundo perdido o los materiales nuevos de un mundo a encontrar.
Una biblioteca a la que, de tanto en tanto, por accidente y como después de un accidente, desorientados por el shock del impacto, llega alguien para quien los libros y, sobre todo, la acumulación de libros, es un incomprensible misterio. Porque para demasiadas personas los libros se usan y se gastan y qué sentido tiene conservarlos. Ocupan tanto lugar, hay que sostenerlos y pesan, son tan sucios y, aunque no se diga en voz alta, los libros son demasiado baratos para ser algo bueno y provechoso, se susurra. Y, así, una biblioteca que bien puede provocar entre los visitantes accidentales -con una curiosa mezcla de respeto, inquietud y desprecio, como si se refiriesen a invulnerables y abundantes cucarachas, a una plaga o a un virus- un “Pero ¿has leído todos estos libros?”. Visitantes que preguntan eso porque no se atreven a preguntarse lo que en realidad no quieren saber: «¿Cómo es que yo he leído tan pocos libros? ¿Cómo es que en mi casa apenas hay libros y casi todos son de fotos y algunos de fotos de casas con bibliotecas en las que apenas hay libros salvo libros de fotos y por qué en el lugar de libros, de libros con letras, en sus lugares, hay demasiadas fotos de personas a las que se supone que debo querer incondicionalmente pero cuando lo pienso un poco, con un par de copas encima, la verdad es que me parecen casi todos unos verdaderos y auténticos ... ?”. Son éstos los mismos turistas maleducados -a los que no les produce ninguna extrañeza la cantidad de cruces en las iglesias o de billetes en los bancos o de comida en los mercados- que se  sienten tan cordiales y satisfechos y supuestamente interesados, pero manteniendo una distancia de seguridad, por la inquietante fauna local cuando, a continuación, te preguntan “¿De qué tratan tus libros?”. Y, sí, es para ellos que se ha inventado el status del libro electrónico donde -¡aleluya y eureka!- se ha conseguido hacer comulgar a la televisión con la impresión: para descargar y no cargar, para adquirir y acumular y no abrir ni pasar página. Y para que -tan satisfechos de que dos mil títulos puedan ser levantados por una sola mano-los libros no estén todo el tiempo ahí, a la vista, recordando con su atronador silencio todo lo que no se ha leído ni se leerá. 

LA VISION DE EZEQUIEL

De Un hombre enamorado de KO Knausgard, p.352
Al día siguiente volví al despacho y seguí escribiendo la historia sobre Ezequiel que había iniciado, para intentar convertir el material sobre ángeles en una historia, como Thure Erik había sugerido, y no sólo un repaso ensayístico de los ángeles como fenómeno. Las visiones de Ezequiel eran grandiosas y enigmáticas, y la orden del Señor de que se comiera el libro enrollado para convertir así las palabras en carne y hueso, me resultaba completamente irresistible. Al mismo tiempo, aparecía en la escritura el propio Ezequiel, el profeta enajenado con sus visiones escatológicas, rodeado de la vida cotidiana de los pobres, con todo lo que ello conllevaba de dudas, escepticismo y repentinos cambios entre el interior de las visiones, en las que los ángeles arden y los seres humanos son objeto de una matanza, y el exterior de las mismas, donde aparece Ezequiel con un ladrillo que se supone que es Jerusalén, dibujando figuras que pretenden ser ejércitos, alcázares y parapetos, todo por orden del Señor, delante de su casa, ante los ojos de los hombres de la ciudad. Los detalles concretos de la resurrección: “¡Huesos secos, oíd la palabra de Yahvé. Así dice el Señor Yahvé a estos huesos: Yo voy a hacer entrar en vosotros el espíritu y viviréis. Y pondré sobre vosotros nervios, os cubriré de carne, y extenderé sobre vosotros piel”. Y entonces cuando está concluido: “Revivieron y se pusieron de pie, un ejército grande en extremo”

El ejército de los muertos.

POBREZA INFANTIL

De El olvido que seremos de Abad Facciolince, p.216-217
En lo que era más radical era en la búsqueda de una sociedad más justa, menos infame que la clasista y discriminadora sociedad colombiana. No predicaba una revolución violenta, pero sí un cambio radical en las prioridades del Estado, con la advertencia de que si no se les daba a todos los ciudadanos al menos la igualdad de oportunidades, además de condiciones mínimas de subsistencia digna, y cuanto antes, durante mucho más tiempo habríamos de sufrir  violencia, delincuencia, surgimiento de bandas armadas y de furibundos grupos guerrilleros.

“Una sociedad humana que aspira a ser justa tiene que 'suministrar las mismas oportunidades de ambiente físico, cultural y social a todos sus componentes. Si no lo hace, estará creando desigualdades artificiales. Son muy distintos los ambientes físicos, culturales y sociales en que nacen, por ejemplo, los niños de los ricos y los niños de los pobres en Colombia. Los primeros nacen en casas limpias, con buenos servicios, con biblioteca, con recreación y música. Los segundos nacen en tugurios, o en casas sin servicios higiénicos, en barrios sin juegos ni escuelas, ni servicios médicos. Los unos van a lujosos consultorios particulares, los otros a hacinados centros de salud. Los primeros a escuelas excelentes. Los segundos a escuelas miserables. ¿se les está dando así, entonces, las mismas oportunidades? Todo lo contrario. Desde el momento de nacer se los está situando en condiciones desiguales e injustas. Aun antes de nacer, en relación con la comida que consumen sus madres, ya empiezan su vida intrauterina en condiciones de inferioridad. En el Hospital de San Vicente hemos pesado y medido grupos de niños que nacen en el Pabellón de Pensionados (familias que pueden pagar sus servicios) y en el llamado Pabellón de Caridad (familias que pueden pagar muy poco o nada por estos servicios) y hemos encontrado que el promedio de peso y talla al nacer es mucho mayor (estadísticamente significante) entre los niños de pensionado que entre los niños de caridad. Lo que significa que desde el nacimiento nacen desiguales. Y no por factores biológicos, sino por factores sociales (condiciones de vida, desempleo, hambre).

MAOISMO, CATALANISMO Y PIQUE

De Catalanes todos de Javier Pérez Andújar, p.217-218
Sus compañeros de Bandera Roja, también universitarios a punto de dar el paso a partidos mayoritarios y a puestos decisivos (y bien remunerados) en la sociedad política y civil, llevaban todo ese fin de semana en estado de permanente excitación, pues se desvivían por participar en el gran acontecimiento de aquella tarde. Había convocada una manifestación multitudinaria para pedir la libertad, la amnistía y el Estatuto de Autonomía de Cataluña. Días después de aquella descomunal movilización, un decreto iba a reconocer oficialmente a Josep Tarradellas como presidente de la Generalitat. Este era uno de los tantísimos tics del franquismo que se mantenían: siempre que el poder preparaba algo gordo montaba antes mucho ruido, igual que el estómago segrega los jugos que han de facilitar la digestión. El regreso del exilio de Tarradellas era la manera que habían encontrado los poderes fácticos de frenar el arrollador avance de las izquierdas en Cataluña, así lo explicaban algunos periodistas, corno Gregario Morán. De otro modo, aquella región tan querida de España iba a caer en dos días en manos de socialistas y comunistas. Fue en Cataluña el primer lugar donde la Transición quedó detenida.
-Quieren justicia social, pero les vamos a dar pan con tomate.
Para la celebración de aquella Diada, todos los partidos, sindicatos, asociaciones ... , se habían entendido sin problemas, habían sabido hacer piña como no estaban siendo capaces en otros asuntos.
-Ferran, ¿qué diferencia hay entre Bandera Roja y el PSUC?
-Eso que te lo explique Pep, que es el teórico.
En aquellos días, existía mucha gente comno Piqué que podía ser llamada Pep en cualquier momento.
-Bueno, está claro, ¿no? El PSUC es un partido de masas, y nosotros no.
_¿Quieres decir que nosotros somos la vanguardia de la clase trabajadora?
-iPor supuesto! iNo querrás que sean los mismos trabajadores! iTodavía hay clases!

La industria textil de Cataluña vivió su primer agosto de la democracia fabricando metros y metros de banderas catalanas. Patria es una manera épica de llamar a la caja registradora. Luego sería la industria china la que fabricase las banderas a mansalva para ocasiones también muy sonadas en Barcelona, pero entonces ya había llegado la globalización, que es el internacionalismo de los ricos. Se podía contar por kilómetros la tela con las cuatro barras estampadas que aquella tarde cubría todo el paseo de Gracia, toda la plaza de Catalunya, toda la Vía Laietana. Los autocares llegaban de todas partes de Cataluña llenos de banderas. Los balcones, las fachadas, estaban engalanados de arriba abajo con banderas y pancartas. Barcelona entera, desde su palpitante corazón hasta el último descampado del extrarradio, quedó empavesada como un gran barco a punto de zarpar hacia un mundo mejor. Cientos de miles de pegatinas en los macutos, en la solapas de las chaquetas de pana, en los palos de las  banderas, en las barbas de la gente, en los buzones de Correos, en los bancos públicos, en la corteza de los plátanos de la Rambla, de las palmeras de la plaza Reial, de todos los árboles de la calle. Y bufandas con las cuatro barras. Y jerséis también con la senyera. Y cómics que narraban la historia de los catalanes, desde el paleolítico hasta el día de hoy.

SOBRE EL NIHILISMO Y EL DINERO

De Un hombre enamorado de KO Knausgard, p.111-112
Dostoievski se ha convertido en un escritor de adolescentes, y la cuestión del nihilismo en una cuestión de adolescentes. No resulta fácil saber cómo llegó a ser así, pero el resultado es en todo caso que todo ese vasto planteamiento de problemas ha sido inhabilitado, a la vez que toda la fuerza crítica se está llevando a la izquierda, donde se disuelve en ideas sobre justicia e igualdad, que, a su vez, son las mismas que legitiman y dirigen el desarrollo de esta sociedad y esta vida abismal que llevamos hoy en ella. La diferencia entre el nihilismo del siglo XIX y el nuestro es la misma que hay entre el vacío y la igualdad. En 1949, el autor alemán Ernst Jünger escribió que en el futuro nos acercaríamos al estado mundial. Ahora, cuando la democracia liberal es casi autocrática como modelo social, parece que el hombre tenía razón. Todas somos demócratas, todos somos liberales, y las diferencias entre estados, culturas y personas se están deconstruyendo por todas partes. Y ese movimiento, ¿qué es en su motivación sino nihilista? El mundo nihilista es en su esencia un mundo que se reduce cada vez más, lo que necesariamente coincide con el movimiento hacia el punto cero», escribió Ernst Jünger. Un ejemplo de una reducción de esta clase se encuentra donde Dios es concebido como “el bien", o en la inclinación a buscar un denominador común para todas las complicadas tendencias que existen en el mundo, o en la inclinación a la especialización, que es otra forma de reducción, o en esa voluntad que convierte todo en números, la belleza, así como el bosque, así como el arte, así como los cuerpos. Porque ¿qué es el dinero sino una magnitud que equipara las cosas más distintas para que se puedan vender? O como escribe Jünger: .. Poco a poco todos los ámbitos se incluirán en este denominador común, incluso una residencia tan aparrada de la causalidad como es el sueño. En nuestro siglo, hasta nuestros sueños son iguales, incluso los sueños son algo que vendemos. Del mismo valor, sólo que es otra manera de decir indiferente.

Allí está nuestra noche.

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