Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

SOBRE EL NIHILISMO Y EL DINERO

De Un hombre enamorado de KO Knausgard, p.111-112
Dostoievski se ha convertido en un escritor de adolescentes, y la cuestión del nihilismo en una cuestión de adolescentes. No resulta fácil saber cómo llegó a ser así, pero el resultado es en todo caso que todo ese vasto planteamiento de problemas ha sido inhabilitado, a la vez que toda la fuerza crítica se está llevando a la izquierda, donde se disuelve en ideas sobre justicia e igualdad, que, a su vez, son las mismas que legitiman y dirigen el desarrollo de esta sociedad y esta vida abismal que llevamos hoy en ella. La diferencia entre el nihilismo del siglo XIX y el nuestro es la misma que hay entre el vacío y la igualdad. En 1949, el autor alemán Ernst Jünger escribió que en el futuro nos acercaríamos al estado mundial. Ahora, cuando la democracia liberal es casi autocrática como modelo social, parece que el hombre tenía razón. Todas somos demócratas, todos somos liberales, y las diferencias entre estados, culturas y personas se están deconstruyendo por todas partes. Y ese movimiento, ¿qué es en su motivación sino nihilista? El mundo nihilista es en su esencia un mundo que se reduce cada vez más, lo que necesariamente coincide con el movimiento hacia el punto cero», escribió Ernst Jünger. Un ejemplo de una reducción de esta clase se encuentra donde Dios es concebido como “el bien", o en la inclinación a buscar un denominador común para todas las complicadas tendencias que existen en el mundo, o en la inclinación a la especialización, que es otra forma de reducción, o en esa voluntad que convierte todo en números, la belleza, así como el bosque, así como el arte, así como los cuerpos. Porque ¿qué es el dinero sino una magnitud que equipara las cosas más distintas para que se puedan vender? O como escribe Jünger: .. Poco a poco todos los ámbitos se incluirán en este denominador común, incluso una residencia tan aparrada de la causalidad como es el sueño. En nuestro siglo, hasta nuestros sueños son iguales, incluso los sueños son algo que vendemos. Del mismo valor, sólo que es otra manera de decir indiferente.

Allí está nuestra noche.

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