Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 408. NUESTRO HOMBRE EN LA HABANA / GRAHAM GREENE

-Ese negro que va calle abajo -dijo el doctor Hasselbacher, de pie en el Wonder Bar- me recuerda a usted, mister Wormold.
Era típico del doctor Hasselbacher que después de quince años de amistad siguiera usando el prefijo mister: la amistad avanzaba con la lentitud y seguridad de un diagnóstico cuidadoso. En su lecho de muerte, cuando el doctor Hasselbacher viniera a tomarle el pulso debilitado, tal vez mister Wormold se convertiría en Jim.

El negro era tuerto y tenía una pierna más corta que la otra; llevaba un decrépito sombrero de felpa, y por la camisa desgarrada le asomaban las  costillas, como las de un barco desmantelado. Caminaba por la orilla de la acera, fuera de los pilares amarillos y rosados de una columnata, al cálido sol de enero, y contaba sus pasos al alejarse. Al pasar frente al Wonder Bar, subiendo por Virtudes, había llegado a « 1.369». Tenía que moverse lentamente para darse tiempo con un numeral tan largo. «Mil trescientos setenta.» Era una figura familiar cerca de la plaza Nacional, donde a veces se detenía, interrumpiendo la cuenta, el tiempo necesario para vender un paquete de fotografías 

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