Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

DE LA ETICA PROTESTANTE Y EL ESPIRITU DEL INDIVIDUALISMO

Un hombre enamorado,  KO Knausgard, p 504
-Bueno. Eres una persona profundamente ética, hay una estructura básica ética en el tondo de tu esencia que es irreducible. Reaccionas físicamente a lo impropio, esa vergüenza que te sobreviene no es abstracta ni conceptual, sino puramente física, y no te puedes escapar. No eres exactamente un jugador. Pero tampoco un moralista. Sabes que yo tengo una preferencia por el victorianismo, su sistema en el que todo lo que ocurre en el escenario es visible y todo lo que ocurre detrás está oculto. No creo que una vida así te haga más feliz, pero es más vida. Tú eres protestante hasta la médula. El protestantismo es lo interior, es estar unido con uno mismo. Tú no puedes vivir una doble vida, aunque quisieras es algo que no puedes hacer. En ti, vida equivale a moralidad. De modo que eres éticamente intachable. La gran mayoría de la gente es como Peer Gym, hace un poco de trampa en el camino de la vida. Tú no. Todo lo que haces lo haces con gran seriedad y conciencia. ¿Alguna vez te has saltado una sola línea de los manuscritos que te mandan para que hagas informes? ¿Alguna vez no los has leído desde la primera hasta la última página?
-No.

-No, y eso significa algo. Tú no sabes hacer trampas. No sabes. Eres un archiprotestante. Y, como te he dicho, eres un contable de la felicidad. Si logras un éxito por el que otros hubiesen matado, simplemente haces una cruz en la agenda. No hay nada que te alegre. Cuando estás  unido contigo mismo, lo que ocurre casi todo el tiempo, estás mucho más controlado que yo. Y sabes cómo trabajo yo con todos mis sistemas. Tienes tus espacios en blanco en los que puedes perder el control, pero cuando no estás en ellos, y ya casi nunca estás, eres completamente despiadado en tu moral. Estás expuesto a tentaciones mucho más que yo y otros no famosos. Si hubieras sido yo, habrías Ilevado una doble vida. Pero tú no puedes. Estás condenado a vivir sencillamente. ¡]a, ja, ja! No eres Peer Gynt, y creo que ése es el núcleo de tu ser. Tu ideal es lo inocente, la inocencia. ¿Y qué es la inocencia? Yo me encuentro  completamente al otro extremo. Baudelaire escribe sobre ello, sobre Virginia, ¿te acuerdas?, la imagen de la inocencia pura, que es enfrentada a la caricatura, y oye una risa grosera y entiende que ha sucedido algo vergonzoso, pero no sabe de qué se trata. ¡No lo sabe! Se envuelve en sus alas. Y entonces estamos de vuelta ante el cuadro de Caravaggio, ¿sabes?, Los jugadores, el que es engañado por todos los demás. Ése eres tú. 

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