Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

PADRES E HIJOS


Fin, KO Knaugard, p. 332
La relación entre padres e hijos se puede comparar a la que existe en los aeropuertos entre aduaneros y pasajeros; los aduaneros ven llegar a los pasajeros por la sala de llegadas a través de una ventana y pueden seguir con la mirada todo lo que hacen, mientras que los pasajeros, mirando a la misma ventana desde el otro lado, sólo se ven a ellos mismos. Un niño no puede aprender nada de sus padres, lo mejor que puede esperar es no repetir sus errores. Mi padre escribió en el diario que él había pegado y que le habían pegado. Una afirmación de esta clase es, si es que es algo, un argumento en contra de la idea de que el ser humano es una criatura racional, dirigida por la razón. Si él vivió como algo doloroso el hecho de que de niño le pegaran, ¿por qué entonces pegó él también? Tal vez sea la capacidad de compasión, la capacidad de entender que los demás sienten como uno mismo, y que esos sentimientos pueden ser tan importantes y ser tratados con la misma seriedad que los de uno mismo, la que se ha destruido. Al principio, uno está cerca del mundo, creo, pero si la confianza se rompe, uno busca refugio muy dentro de sí mismo, como aislado de lo que ocurre fuera, y esa distancia que entonces se establece será difícil de vencer. Pero una relación así, entre agravios en la infancia y muy alejada del mundo en la personalidad más adelante, sólo queda evidente como razonamiento en el sistema en el que rigen las reglas del mismo, no en la realidad, que está abierta y carece de líneas. Cuando yo aborrezco la intimidad y toda clase de reacciones emocionales, y en todas mis relaciones antes o después he ido buscando lo neutro, lo comedido, lo despejado, no es que ese aborrecimiento sea irreal, un síntoma de que se ha roto la relación con el padre o la madre. No, si yo aborrezco la intimidad y las reacciones emocionales es porque realmente aborrezco la intimidad y las reacciones emocionales, no quiero nada de eso, no quiero estar cerca de eso, y la distancia que entonces anhelo es un bien, a veces casi el mayor bien de todos. El deseo sexual es el único que elimina la necesidad de límites, sólo en él soy capaz de sobrepasar el miedo a la intimidad y la necesidad de distancia, y acercarme a otra persona.

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