Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

JM KEYNES


Bloomsbury, Leon Edel, p. .78

Los que se burlan por sistema del «detalle significativo» no lo comprenderán, pero para los que saben cuánto expresan los hombres y las mujeres en las cosas más pequeñas que hacen, el juego de diagnósticos privados de Maynard Keynes añadía un amplio margen de certeza -si no de infalibilidad- a sus juicios. Giovanni Morelli utilizó este juego cuando buscaba el detalle significativo que escondía todo cuadro: podía ser un uso especial del pincel, la manera particular de pintar unas uñas o unos lazos, el revelador trazo marcadamente expresivo; todos ellos eran sellos de la «personalidad». El genio de Freud se derivó exactamente de este tipo de observación, unida a su destreza para utilizar el conocimiento escondido en ella. El biógrafo de Maynard, muy apropiadamente, sintió la necesidad de hablarnos de sus manos: «Eran suaves, de dedos largos y delicados.» No llevaba guantes de cabritilla; tenía la costumbre de meter cada mano en la manga del brazo contrario de forma que quedaban invisibles. Maynard, que en ocasiones podía desnudarse totalmente, no quería exhibir sus manos desnudas. Harrod interpretaba ese gesto como indicador de su «sentido del reposo», de su forma de instalarse para ver, absorber, aprender, racionalizar. Pero ¿no era más bien la consecuencia de la vertiente inescrutable de aquel genio sobresaliente, a veces abrumador? Sus manos, metidas en las mangas «como una gata que oculta sus garras bajo su cuerpo» ... En tales momentos Maynard se convertía en un misterio para el mundo.

En la foto, la casa de JM Keynes


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