Las palabras «feliz» y «felicidad» son muy trabajadoras y productivas. En inglés, por ejemplo, uno puede comprarse un Happy Meal o tomarse un cóctel por poco dinero durante una happy hour. Las «pastillas de la felicidad» nos ayudan a mejorar nuestro estado de ánimo, y en las redes sociales podemos enviar emoticonos felices y contentos. Tenemos la felicidad en muy alta estima. La canción «Happy», de Pharrell Williams, fue número uno y el tema más vendido de 2014 en los Estados Unidos y en otros veintitrés países. Según este cantante y compositor, la felicidad es un momento de júbilo pasajero, un estado de ánimo que consiste en sentirse como un globo de aire caliente.
No obstante, la felicidad nos
provoca confusión. Casi todo el mundo cree que quiere ser feliz, entendiendo la
felicidad como un prolongado estado psíquico de satisfacción (a pesar de lo que
dice Williams en su canción). Si decimos a nuestros hijos que «solo queremos
que sean felices», lo que queremos decir es «felices siempre». Por paradójico
que parezca, en nuestras conversaciones cotidianas es mucho más frecuente que
la felicidad se refiera a una alegría trivial y momentánea: una comida, un
cóctel, un correo electrónico ...
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