Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 1.321. LA LECCION DE ANATOMIA / MARTA SANZ


APRENDER A LEER EL RELOJ

Tardé mucho en aprender a atarme los cordones de los zapatos. Por eso, siempre fui una alumna atenta en clase, consciente de mis limitaciones con las matemáticas y de mi falta de habilidad con la costura. No existe una imagen más siniestra que la de una niña con la aguja y el hilo en la mano, concentrada, acercando los ojos a su retalillo, fingiendo ser otra persona, adoptando el escorzo de una anciana corta de vista. El aprendizaje, el descubrimiento, la maravillada perplejidad, el instinto curioso, las bellas palabras con que nos conducen al dolor  de desasnarnos nos colocan sobre una superficie quebradiza, no por lo que no sabemos, sino por lo que nos cuesta aprenderlo: resulta vergonzante exhibir las limitaciones frente a un  maestro, de quien buscas aquiescencia y a veces, en las situaciones más neuróticas de la niñez, incluso admiración. Tardé mucho en aprender a atarme los cordones de los zapatos y mi madre sudó para enseñarme a manejar los números quebrados y los decimales. Lo he olvidado todo menos mi propio orgullo herido y la desilusión de mi madre por mi torpeza y lentitud.

Por eso, se me hacía un nudo en el estómago al comprobar que se iba acercando el día de aprender a leer la hora en el reloj, antes de que se celebrara mi primera comunión y me regalaran un objeto que para mí sería inútil.



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