Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

HOMBRES ELEGANTES


Un hombre elegante lee. Un hombre elegante es generoso y lleva ropa vieja. Un hombre elegante no vocifera en Twitter. Un hombre elegante no usa tirantes ni chalecos, a no ser que sea un hombre elegante corpulento. Los tirantes y los chalecos son las dos únicas prendas que les quedan mejor a los gordos que a los flacos. Un hombre elegante suele ser inteligente, la tontería no es nada chic. Un hombre elegante no hace experimentos con su barba ni con sus patillas. Un hombre elegante ha leído a los novelistas rusos. Un hombre elegante no habla -más- de nacionalismo. Un hombre elegante sabe cambiar la rueda de un coche, sabe hacer arroz a la cubana y no les tiene miedo a los perros. A un hombre elegante le gustan los niños. A un hombre elegante le gustan las mujeres. La mayoría de los heterosexuales afirma adorar a las mujeres, pero no es cierto: en realidad se sienten más cómodos entre hombres. Un hombre elegante tiene amigas.

Un hombre elegante ha leído a Proust. Un hombre elegante jamás come barritas energéticas. Un hombre elegante gasta más en libros que en ropa. Un hombre elegante sabe remangarse la camisa, literal y figurativamente. Un hombre elegante no se hace selfis. Un hombre elegante no lleva joyas y tiene sentido del humor. Albert Camus, Samuel Beckett, Miguel Delibes, Ernest Hemingway y Vladimir Nabokov eran hombres elegantes. Si no saben qué ponerse para resultar elegantes, imítenlos, o mejor todavía: léanlos.


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