NOTA
Se puede decir de la biografía lo
que decía Borges del barroco: que es un género que agota sus posibilidades y
por eso linda con la caricatura. Habría que añadir que su credibilidad no está menos en
entredicho. Con el mismo puñado de datos fragmentarios y el pertinente aparato
retórico, podrían hacerse múltiples biografías opuestas, todas ellas
verosímiles. El biógrafo es siempre un exégeta por su obligación de interpretar
lo que admite muchos significados posibles, pero también -y sobre todo- por la
de darle a la vida una forma y un sentido que casi nunca tuvieron. Solo una
sociedad que nos hace confundir información con sabiduría es capaz de olvidar
ese aspecto tan elemental de la narración histórica: el de que no importa cuán
documentado esté un texto, toda biografía es inevitablemente una ficción. Puede
que este libro sea solo una mentira con respecto a la vida real de Rafael
Guastavino (si es que existe tal cosa). Me gustaría, en cualquier caso, que esa
mentira mereciera ser verdad.
A.B.
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