Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

DE LA VEJEZ


Se mía, Richard Ford, p. 108

"En cuanto vislumbramos los límites de nuestra existencia, se desvanece el sueño que nos llevó a creer que disponíamos de infinitas posibilidades: la comodidad, la ociosidad, tomarse las cosas a la ligera."

Leí esto de madrugada, segundos después de las 2.46, en el Hilton de Sioux Falls, con mi hijo profundamente dormido en la cama contigua. A menudo, cuando me despierto a esa hora, pienso en lo lejos que estoy de mi primer despertar -2.46, Biloxi, 1945- y me maravillo de la vida transcurrida entre esos dos momentos: llena de comodidad, ociosidad y cosas tomadas a la ligera. El viejo Heidegger solo escribía sol sobre el ser humano (aunque alemán), pero dio con una expresión bastante exacta de mi situación y la de mi hijo, juntos en la gran franja central del país. Nuestro dilema humano no es tan único como podría pensarse, sino parecido al de todos. Lo que significa que ser viejo es exactamente igual que tener una enfermedad mortal, al menos en la medida en que yo no estoy más dispuesto que mi hijo a renunciar a la comodidad, a la ociosidad y a tomarme las cosas serias a la ligera.


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