Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

LA SEXUALIDAD


Más intervenciones, Houellebecq, p. 360

MH: El interés de la Iglesia católica por la sexualidad de sus fieles me parece francamente exagerado. Esto no se remonta a los orígenes del cristianismo. San Pablo es irreprochable, como de costumbre: «más vale casarse que arder»; y a veces magnífico: «serán una sola carne». Las cosas se complican claramente con San Agustín, pero esto no tiene consecuencias durante bastantes siglos. En realidad, las cosas degeneran por completo en la época moderna; sin duda, también ahí, por contaminación del protestantismo y del puritanismo que de este se deriva. Seguimos ahí, y confieso que me siento incomodísimo cuando oigo a diversos prelados sublevarse contra el uso del preservativo, sida o no sida; por el amor de Dios, ¿y a ellos qué demonios les importa?

Hace mucho tiempo que tengo la impresión de que la Iglesia ortodoxa se ha mostrado más sensata en este aspecto, y que ha sabido mantener esa actitud de tolerancia que fue propia de la Iglesia católica durante muchos siglos. Pero era una impresión difusa, que me costaba justificar en un texto (precisamente porque los ortodoxos son reacios a expresarse sobre el tema, en su opinión secundario), hasta que, en un artículo de Olivier Clément (está claro que siempre hay que volver a los buenos autores), di con esta cita, para mí luminosa, de Atenágoras I, patriarca de Constantinopla: «Si un hombre y una mujer se aman de verdad, no tengo derecho a entrar en su alcoba, todo lo que hacen es santo».


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