Más intervenciones, Houellebecq, p. 131
Personalmente, siempre he
considerado a las feministas unas amables gilipollas, en principio inofensivas,
pero a quienes, por desgracia, su desarmante falta de lucidez vuelve
peligrosas.En los años setenta las veíamos luchar a favor de la contracepción,
el aborto, la libertad sexual, etc., justo como si el «sistema patriarcal»
fuera un invento de esos machos malos malísimos, mientras que el objetivo
histórico de los hombres era, obviamente, tirarse al máximo de tías posible sin
cargar con una familia. Las pobres llevaban la ingenuidad hasta el punto de
imaginarse que el amor lesbiano, condimento erótico apreciado por la casi
totalidad de los heterosexuales activos, era un peligroso replanteamiento del
poder masculino. Además manifestaban, y eso era lo más triste, un apetito incomprensible
por el mundo profesional y la vida de
empresa; los hombres, que sabían desde hacía mucho tiempo a qué atenerse con Respecto a la «libertad» y la «realización»
mediante el trabajo, se carcajeaban por lo bajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario