Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

UNA COCHINILLA


Las singularidades, John Banville, p. 224

Salió de su ensimismamiento con la sacudida temblorosa de un enorme motor viejo al ponerse en marcha. Anna estaba contándole algo de una avispa ... ¿De una avispa?

-No sé de qué especie -espetó ella con impaciencia-, solo una avispa, una especie tropical ... ¿Qué más da? Leí un artículo sobre ella no sé dónde, en una revista de la sala de espera de un médico, y Dios sabe que he pisado unas cuantas. Busca un bicho, por ejemplo una cochinilla de unas diez veces su tamaño, le clava en la frente esa cosa venenosa que tienen, la antena o lo que sea, la deja paralizada y enseguida pone huevos y los mete en el cuerpo de la cochinilla. Luego, antes de que pase el efecto de la inyección, la tapa con piedras ...

-¿Qué es lo que tapa con piedras?

-¡El bicho, la avispa! Tapa por completo con piedras a la cochinilla dándole la forma de una de esas celdas de monjes para que no escape cuando vuelva en sí. Luego se va y la deja allí, atrapada y viva. Las hormigas lo hacen. Los huevos no tardan en abrirse y las pequeñas avispitas blancas que salen dentro de la cochinilla empiezan a alimentarse de ella, de su carne viva. -Se interrumpió y respiró hondo, retuvo el aire un instante y lo expulsó en un largo suspiro descendente. Miraba con ojos desolados al otro lado del parabrisas-. Imagínatelo -añadió-, imagínate que te comieran vivo así, de dentro afuera.

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