No callar, Javier Cercas, p. 209
la trola de que España no es una
democracia constituye desde 2012 el principal carburante del secesionismo, y el
instrumento con el que sus dirigentes convencieron a miles de catalanes de que proteger
las urnas fraudulentas del 1 de octubre de 2017 equivalía a proteger la
democracia, igual que Trump convenció a sus huestes de que la salvarían tomando
el Capitolio. Pero Iglesias miente sobre todo porque esa mentira es el bulo
fundamental que le ha propulsado desde las tertulias televisivas a la vicepresidencia
del Gobierno; un bulo que asegura que la Transición fue una estafa cuyo
resultado no fue una democracia de verdad, sino una prolongación del franquismo
por otros medios (lo cual explica la obscenidad inédita de equiparar a un
privilegiado prófugo de un Estado de derecho, como Caries Puigdemont, con los
centenares de miles de desdichados que en 1939 huían despavoridos de una
dictadura asesina). En cuanto a los políticos presos, no seré yo quien le desee
la cárcel a nadie, pero ¿qué sugiere Iglesias? ¿Que los ciudadanos de a pie
respetemos las leyes y los políticos de su cuerda puedan violarlas impunemente?
¡Es esa la idea de igualdad que tiene el vicepresidente? ¡ Esa es su idea de
democracia? Y, si tanto le preocupa la calidad de la nuestra, ¿cómo es que en
2017 no protestó contra quienes arremetieron a la brava contra ella? i Cómo es
que siempre está de su lado?
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