Exhalación, Ted Chiang, p. 229
Los humanos se sirven de Arecibo para buscar vida
inteligente extraterrestre. Su deseo de lograr un contacto es de tal magnitud que
han creado una oreja capaz de oír lo que pasa en la otra punta del universo.
Pero mis compañeros papagayos y yo estamos aquí. ¿Por qué no
les interesa escuchar nuestras voces?
Somos una especie no humana capaz de comunicarnos con ellos.
¿Acaso no somos exactamente lo que los humanos están buscando?
universo es tan vasto que sin duda tiene que haber surgido vida inteligente muchas veces. El universo es, además, tan antiguo que a una especie tecnológica podría haberle dado tiempo incluso a llenar la galaxia. Sin embargo, no hay señales de vida en ninguna parte salvo en la Tierra. Los humanos llaman a esto la paradoja de Fermi.
Una solución propuesta a la paradoja de Fermi es que las especies
inteligentes tratan activamente de ocultar su presencia para evitar convertirse
en el objetivo de invasores hostiles.
Como miembro de una especie que los humanos han conducido a
la casi total extinción, puedo atestiguar que es una estrategia astuta.
Tiene sentido quedarse en silencio y evitar llamar la
atención. La paradoja de Fermi se conoce a veces como el Gran Silencio. El
universo debería ser una cacofonía de voces y, sin embargo, está
desconcertantemente silencioso.
Algunos humanos teorizan que las especies inteligentes se
extinguieron antes de lograr expandirse por el espacio exterior. Si están en lo
cierto, entonces la calma del firmamento nocturno es el silencio de un
cementerio.
Hace cientos de años, mi familia era tan abundante que el bosque
Río Abajo retumbaba con nuestras voces. Ahora prácticamente hemos desaparecido.
Pronto esta selva quedará tan silenciosa como el resto del universo.
Hubo una vez un papagayo gris africano llamado Alex. Era famoso por sus capacidades cognitivas. Famoso entre los humanos, me refiero.
Una investigadora humana llamada Irene Pepperberg se pasó
treinta años estudiando a Alex. Descubrió que éste no sólo sabía palabras para
nombrar formas y colores, sino que realmente comprendía los conceptos de forma
y color. Muchos científicos fueron escépticos ante la posibilidad de que el ave
captara conceptos abstractos. A los humanos les gusta pensar que son únicos.
Pero al final Pepperberg los convenció de que Al ex no se limitaba a repetir
palabras, sino que comprendía lo que estaba diciendo. De todos mis primos, Al
ex fue el que estuvo más cerca de ser tomado en serio como interlocutor por
parte de los humanos. Alex murió repentinamente, cuando era relativamente joven.
La tarde antes de morir, Alex le dijo a Pepperberg, “Tú es buena. Te quiero”.
Si los humanos buscan un contacto con una inteligencia no
humana, ¿qué más pueden pedir?
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