Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 1.125. PERDER EL MIEDO / SARA MESA


l. La almendra del miedo: una introducción

Piense en una almendra. En el tamaño y la forma de una almendra. En esas dimensiones tan pequeñas caben nuestros miedos más grandes. Mezclados, eso sí, con otras muchas emociones humanas como la satisfacción, la ira, la tristeza, el deseo, la frustración o la alegría. Una almendrita que está ahí, alojada en el cerebro reptiliano, el más profundo, animal e inaccesible. Una almendrita que se llama amígdala y que nos maneja como quiere. Usted va por la calle, está oscuro, una cosa negra y veloz cruza corriendo por delante, da un respingo. ¡Qué rápida, la amígdala, que ha actuado antes de que el resto del cerebro se posicione y le haga ver que eso que creyó una rata era, en realidad, un lindo gatito!

¿Quién querría prescindir de su preciada amígdala cerebral? Es un mecanismo perfecto de protección y defensa. Igual que avisa de la presencia de la rata (o gatito), puede avisar de peligros mayores. Nos permite estar muy alertas, todo por nuestro bien. Nos dice: "¡Corre, coge un cuchillo, tírate al suelo, escóndete!”. Hasta se comunica con la musculatura facial para que se nos ponga la típica cara de terror: ojos como platos, pupilas dilatadas, boca abierta, cejas hacia arriba. Pensemos, por ejemplo, en la expresión de Shelley Duvall en El resplandor mientras el filo del hacha de Jack Nicholson asoma por la puerta…


No hay comentarios:

WIKIPEDIA

Todo el saber universal a tu alcance en mi enciclopedia mundial: Pinciopedia