MÁS ALLÁ DE LAS FAVOLETTE
Dos mil trece años después del
instante en que el tiempo dejara de contarse en reversa, el azar me puso a vivir
a pies del Vesubio. En Nápoles compartí piso una temporada con un decibélico
director local de cine. Cario Luglio «como el mes”, decía al teléfono cuando le
daba pereza deletrear su apellido, me hizo ver un día de septiembre una de sus
películas: Cardilli addolorati (2003). Era un documental que exploraba el
siniestro y a la vez extrañamente tierno mundo del tráfico y venta de pajaritos
en las afueras de Nápoles. La película me gustó, así que me dejé guiar por él y
un domingo que me invitó al cine acepté. Vimos La prima neve (2013), de Andrea
Segre. Es una historia de bondad y amistad entre un inmigrante en Italia y un
niño local. U na película afectada, por no decir empalagosa. Al salir del cine,
Cario Luglio «como el mes”, sin que yo le solicitara su opinión pero con
vehemente indiferencia -combinación de actitudes que constituye un oxímoron en
todo el mundo salvo en Nápoles-, se refirió a lo que acabábamos de ver en ese
vetusto cine del centro con las siguientes palabras: «M ah, una fovoletta.» O
sea: “Bah, una fabulita, un cuentito de hadas.”
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