El síndrome Woody Allen, Edu Galán, p. 254
Por nuestras características
sociales y económicas -país europeo, católico, de mucha menor población, con un
sistema público muy diferente ... -, no
parece que se pueda calcar la realidad norteamericana con la española. Aunque hay signos de
acercamiento, al menos en el ambiente académico, que es el que nos ocupa aquí.
Según inforrna El Pais --con alegría de perrillo moviendo la cola-, la Facultad
de Educación de la Complutense madrileña ha desarrollado Compludog, un servicio
pionero en España, aunque «ya existen programas similares consolidados en universidades
de prestigio como Harvard o Yale». Si está en Harvard o Yale, tiene que ser
bueno. Consiste dicha experiencia terapéutica en una serie de sesiones con
perros para reducir el estrés de los estudiantes: «Cada uno de los animales,
añade (la especialista], tiene su propia personalidad, lo que resulta muy útil
para adaptarse a cada persona: "Skot siempre ha sido un perro manta, de
relajación; tú te tumbas conmigo y me acaricias. Lupi era una perra que estaba
abandonada, y ha tenido una vida más complicada, lo que nos ayuda a trabajar con
los alumnos que son así, a los que normalmente te cuesta acceder. Y para Pepo,
un mestizo de labrador de nueve años que parece un cachorro, todo es juego y diversión".
Culmina este despropósito animista en la tercera sesión, donde, sigue contando
la coordinadora, «hacemos una apertura emocional, en la que se les pide a los
estudiantes que cuenten la mejor o la peor experiencia que ellos consideran que
han vivido en su vida, de manera libre. No todos lo tienen que contar; lo hacen
voluntariamente: nos hemos dado cuenta de que, al final, se apoyan los unos a
los otros, porque se produce un ambiente seguro y de tanta confianza que da
lugar a muchas reacciones emocionales”. Termina el artículo enfangado en
«neurología», afirmando que las sesiones tratan de modificar la respuesta
endocrina del estudiante.
Un centro universitario de
Plasencia ha implantado un programa de abrazos, llamado BEBA (Bien Estar para
Bien Aprender, no una exhortación a meterse un chupito), que busca relajar a
los alumnos antes de los exámenes. Cuenta la noticia que son un «grupo de
profesores conscientes del valor de la relajación y [que van] ataviados con camisetas
en las que se puede leer "Regalo abrazos" y "Tengo abracitis, perdona
si te contagio" -este último perfecto para la época del coronavirus. En
cada una de las aulas de examen han colocado globos y mensajes positivos:
"Tranquilx, respira", "Todo va bien" y "Tú
puedes". Evidentemente, como en el anterior ejemplo, el objetivo se
justifica con metafisica cerebral: activar el sistema parasimpático y disminuir
la tensión nerviosa. El final del texto culmina casi como cierre de chiste: «Los
alumnos, según comentarios que realizan en los pasillos, agradecen estas
medidas y reconocen que" esto no se hace en ninguna parte''
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