Hombre lento, JM Coetzee, p. 227
-¿Por qué elige contarme esta
historia, esta y no otra?
-Porque es verdad.
-Claro que es verdad. Pero ¿qué
importa que sea verdad? Seguramente no me corresponde a mí jugar a ser Dios,
separar las ovejas de las cabras, desechar las historias falsas y preservar las
verdaderas. Si tengo algún modelo no es Dios, sino el abad de Citeaux, el célebre,
el francés que les dijo a los soldados en su arenga pastoral: «Matadlos a
todos, Dios reconocerá a los suyos»
»No, Paul, no me importa lo más
mínimo si me cuenta usted historias inventadas. Nuestras mentiras revelan tanto
de nosotros como nuestras verdades.
Ella hace una pausa y lo mira
arqueando una ceja. ¿Su turno? Él no tiene nada más que decir. Si la verdad y
las mentiras son lo mismo, entonces puede que hablar y callar también sean lo
mismo.
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