Jacqueline Cascorro, la protagonista de este relato, conoció durante buena parte de su vida las experiencias conyugales de rutina: arrebatos, riñas, infidelidades, crisis y reconciliaciones. Todo cambió en un instante, cuando al quebrar con sus manos una pata de cangrejo y oír descorchar a sus espaldas una botella de champaña se dejó poseer por un pensamiento que la visitaría de manera intermitente, convirtiéndola, y ya para siempre, en una mujer de muy malas ideas.
Durante años, un cuaderno azul la acompañó en las distintas mudanzas a las que la llevó su azarosa vida matrimonial, sin que fuera consciente de su existencia; un cuaderno muy delgado, sujeto con un elástico a una colección de libretas sobre literatura e historia del arte depositadas en el fondo de una caja ricamente ornamentada, adquirida en Pátzcuaro durante su viaje de bodas. Esa caja permanece en la bodega de L’Aiglon, un restaurante de Cuernavaca, en donde Jacqueline abandonó casi la totalidad de su menaje de casa cuando decidió trasladarse a Ve-
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