Se podría empezar así:
"Erase una vez dos hermanas, Elisabeth y Bernadetta, así como su hermano, Emil.”
O bien:
“El dçia 28 nde julio de 1914, a las … horas, el cañonero fluvial Bodrog, de la armada imperial-y-real, ha disparado el primer cañonazo sobre Belgrado. En un pequeño islote poblado de mimbreras, más o menos a un kilómetro de Pancevo, hay dos oficiales. A través de sus prismáticos observan la otra orilla del Danubio: la cercana orilla serbia. La contemplan a contraluz, bajo un cegador sol purpúreo que casi toca el agua, como si fuera un globo atado a una cuerda que un ser invisible estuviera tirando lentamente hacia abajo. Pero los dos oficiales están ocupados en otras cosas y no están para tales comparaciones. Durante unos instantes el resplandor del agua que ya está rozando el globo color ladrillo, rayado por dos finas líneas de bruma, es tan fuerte, que los señores oficiales tienen la impresión de ver a través de sus prismáticos cobre fundido. Esta visión dura sólo un instante, tal vez medio minuto, tal ves un poco más, y después uno de los oficiales de la armada im-
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