UN MUDO SUBE A BORDO EN EL MISSISSIPPI
A la salida del sol de un primer día de abril apareció repentinamente, como Manco capac en el lago Titicaca, un hombre vestido con un traje color crema a la orilla del río, en la ciudad de San Luis.
Su tez era clara, su barbilla poblada, rubia su cabellera de pelo abundante cubierta por un sombrero de piel blanca.
No llevaba baúl, maleta, bolso de mano o paquete alguno. No le seguía ningún maletero ni marchaba acompañado por cualquier amigo.
Merced a los encogimientos de hombros, las sonrisas fingidas, cuchicheos, las muestras de admiración del gentío, quedaba claro que era el hombre lo que se dice un perfecto desconocido, en el sentido más literal de la palabra.
Sin detenerse abordó el vapor “Fidèle”, en el embarcadero, presto a partir hacia Nueva Orleáns.
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