VOCES EN LO OSCURO
Decía Aristóteles, hablando de la amistad: «El querer ser conocido
parece ser un sentimiento egoísta motivado por el deseo de recibir algún bien,
pero no de hacerlo, mientras que uno quiere conocer para obrar y amar.» Y
remataba la frase más interesante de sus libros sobre la ética con una
coletilla misteriosa: «Por esta razón, alabarnos a los que continúan amando a
sus muertos, pues conocen sin ser conocidos.» No resulta evidente la necesidad
de empezar un libro sobre música popular citando a los clásicos griegos, pero
ruego al lector que confíe en que esa necesidad se ha de ir justificando a lo
largo de estas páginas. Las ganas de conocer, más que de ser conocido, me
incitan a escribir acerca de las canciones venidas de otro mundo. Me veo
forzado sin embargo a hablar de mi experiencia personal por mantenerme atento a
lo que hemos oído, cuyo sentido no hemos acabado de interpretar. Voy a
enfrascarme en el libro de la amistad con los fantasmas sonoros que, siendo por
naturaleza efímeros, quieren que los hagamos durar. Aparentemente no hay tiempo
para demorarse en escuchar con atención
las voces del pasado.
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