Las cosas como son, Pau Luque, p. 60
La compasión. Y como imaginarse al otro no es sino una manera de vernos a nosotros mismos en dimensiones que rara vez habríamos considerado, la imaginación contribuiría a la piedad con los demás, porque, si excluimos el látigo de la autoflagelación, tendemos a ser más piadosos con nuestras faltas que con las del otro. La imaginación arrastra la piedad hacia el otro. Para decirlo con las palabras que Gonzalo Torné pone en boca de uno de los personajes de Años Jelices: «Las personas suelen ser más delicadas en nuestra imaginación.” Ser más piadosos, por cierto, no debe entenderse aquí como sinónimo de lástima o conmiseración sino, más bien, como lo entiende la versión más imperfeccionista de la moral cristiana, es decir, como la virtud que da pie a actos de generosidad hacia el prójimo. Steven Pinker sostiene que, en la historia de la humanidad, la invención de la imprenta supuso un punto de inflexión en cuanto a la disminución de la violencia. Construye esta hipótesis en The Better Angels of Our Nature (2011) , un libro más aburrido que tocar la batería con el gran Leonard Cohen. Según Pinker, la difusión de la literatura -la novela, básicamente- estimuló la imaginación de las personas y, con ella, el otro se hizo menos otro. El artificio de la novela imaginativa habría contribuidoa combatir el escenario hobbesiano del estado de naturaleza.
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