ÉRASE UNA VEZ EL GOLPISMO
Esta no es una historia del
golpismo español, pero sí de uno de sus episodios de mayor impacto y
trascendencia, tanto por su repercusión mediática -fue la primera asonada
militar retransmitida en directo- como por sus consecuencias históricas. El estrepitoso
fracaso del golpe trajo consigo la consolidación de una democracia tambaleante
y la derrota definitiva del golpismo, del que puede decirse que ya nunca
levantó cabeza. El principal protagonismo en la defensa del orden
constitucional correspondió al rey Juan Carlos I, jefe de las Fuerzas Armadas, asistido
por aquellas autoridades civiles y militares que consiguieron evitar el temido
vacío de poder. También Adolfo Suárez, rehén de los golpistas, como el resto
del Gobierno y del Congreso, contribuyó a reafirmar con su actuación de aquella
noche la supremacía del poder civil frente a sus enemigos, aunque fuera de
manera simbólica. Primero permaneció sentado en la cabecera del banco azul,
desafiando las órdenes de Tejero -«¡Al suelo todo el mundo!»-, mientras los
asaltantes ametrallaban el techo del hemiciclo. Unas horas después, aislado en
una salita del Congreso, hizo valer su auctoritas ante el teniente coronel de
la Guardia Civil en un tenso cara a cara que el presidente del Gobierno
resolvió con una fórmula castrense: “¡Cuádrese!”. Tejero, que entró en aquella
salita retándole con la mirada y empuñando su pistola, dio media vuelta y se
fue. Suárez acababa de escribir, sin saberlo, el epitafio del poder militar en
España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario