EL MISTERIO DE LAS CASAS QUEMADAS
Cando la policía le contó que podía ser un ataque
terrorista, el canónigo respiró. Quizá no pronunciaron la palabra terrorista.
Motivación política, más bien. Creían que el ataque era parte de una campaña,
aunque no habían detenido a nadie y no había sospechosos. Si no se atrevían a
usar el término terrorista era porque había un terrorismo de verdad en Irlanda.
Aquello parecía otra cosa. Al canónigo le pareció también otra cosa. Creyó que
tenía que ver con gente del pueblo y temió que fuese el principio de una
espiral de violencia, pero la policía le tranquilizó. No le habían atacado a
él, ni siquiera su casa. Habían atacado lo que representaba. El canónigo era inglés
y la casa que le habían quemado era su residencia de verano, un cottage aislado
en la península de Llyn.
Entre 1979 y 1991, un grupo llamado Meibion Glyodwr (Hijos
de Glyndwr) prendió fuego a 228 casas de campo en Gales. La policía sólo detuvo
a una persona en 1993, acusada de enviar bombas por correo a ciudadanos
ingleses. No averiguaron nada más. El caso de las casas quemadas sigue siendo
un misterio. Nunca encontraron pruebas. Nadie fue procesado. Los investigadores creían que detrás de Meibion Glyodwr
sólo había un grupo muy pequeño que perpetraba los ataques en secreto.
En las décadas de 1970 y 1980, el terrorismo, tanto el
nacionalista como el ideológico-revolucionario, era uno de los asuntos más
graves en Europa. Alemania, Italia, Francia, el Reino Unido y, por supuesto, España,
lo sufrían.
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