Amor intempestivo, Rafel Reig, p. 43
Orejudo habló en aquella
presentación de lo que seguimos hablando todavía. Explicó «la paradoja del
éxito: en este país no hay más de diez mil personas a las que les guste leer;
por lo tanto, si quieres que tu libro tenga éxito, y que venda más de diez mil
ejemplares, necesitas escribir la clase de novela que les guste a quienes no
les gusta leer. Ahora bien, ¿qué narices querrán leer aquellos a quienes no les
gusta leer? La respuesta, dijo, podría estar en esas «hamburguesas vegetales”
que entonces empezaban a ponerse de moda entre los vegetarianos a quienes no
les gusta la verdura. ¿Alguien querría comerse un solomillo con aspecto de
coliflor? Por supuesto que no. No hay «coliflores cárnicas” por la sencilla
razón de que a la mayoría le gusta de verdad la carne; en cambio la hamburguesa
vegetal cada vez tiene más público, porque a la mayoría no le gustan las
verduras, pero se niega a admitirlo y desearía que le gustaran, como les sucede
con la literatura. En esa categoría de «novela vegetal” enmarcó Orejudo el
éxito de la llamada «nueva narrativa española”, nuestros predecesores: tenían
apariencia de literatura, pero no eran más que tebeos dirigidos a quienes se
aburren con la literatura. Tebeos novelados semejantes a las hamburguesas
vegetales.
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