SPQR, Mary Beard
Augusto ha muerto. ¡Larga vida a
Augusto!
Augusto murió el 19 de agosto del
año 14 d. C., poco antes de su septuagésimo sexto cumpleaños, en una de sus
casas en el sur de Italia. Ségún Suetonio, había estado de vacaciones en la
isla de Capri, jugando a juegos instruidos con sus invitados; insistía, por ejemplo,
en que todos los invitados romanos vistieran como los griegos y hablasen
griego, mientras que los invitados griegos tenían que actuar como si fuesen
romanos. El final fue todo muy discreto. A su regreso al continente, empezó a
sentir molestias en el estómago y al final se vio obligado a guardar cama,
donde, sin demasiado revuelo, dado el destino de tantos contemporáneos suyos,
murió. Más tarde se rumoreó que Livia había tenido algo que ver en todo aquello
con unos higos envenenados para facilitar el acceso de Tiberio al poder, del
mismo modo que se dijo que había acelerado el fin de otros miembros de la
familia por temor a que estropeasen las oportunidades de Tiberio de subir al trono.
No obstante, fue otro caso de muertes inexplicables del mundo romano -dado que
la mayoría ocurrían fuera del campo de batalla, en el parto o por accidente-
que suscitaban este tipo de rumores, tanto si estaban fundamentados como si no.
Además, el envenenamiento siempre se consideró el instrumento preferido de las
mujeres. No requería fuerza física, solo astucia, y era una temible inversión
de su tradicional rol nutricio. Otros pensaron, de forma más verosímil, que
Livia había desempeñado un papel importante allanando la transición de Augusto a
Tiberio. En cuanto pareció inminente la muerte de su marido, mandó a por su
hijo, que estaba a unos cinco días de viaje al otro lado del Adriático.
Entretanto continuó publicando boletines optimistas sobre la salud de Augusto
hasta que llegó Tiberio y pudo anunciarse su muerte. El momento exacto de su
fallecimiento ha sido siempre tema de disputa. No obstante, con independencia
de si aconteció antes o después de la llegada de su heredero, el acceso se
produjo con bastante tranquilidad y sin fisuras. El cuerpo fue trasladado más
de 160 kilómetros desde Nola, donde murió, hasta Roma, a hombros de los
dirigentes de las ciudades situadas a lo largo del camino. No hubo ceremonia de
coronación, y a pesar de lo que hiciera Augusto con su triunfo en el año 29 a.
C., no había ningún ritual romano concreto para señalar el acceso imperial. No
obstante, Tiberio se había hecho con el control como nuevo emperador cuando
convocó una reunión del Senado para hacer público el testamento de Augusto, su legado
y demás instrucciones para el futuro y para acordar la organización del
funeral.
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