Eichmann en Jerusalén, Hannah Arendt, p. 130
Los acontecimientos siguientes a
la conferencia, según recordaba Eichmann, se sucedieron sin dificultades, y
todo se convirtió prontamente en tarea rutinaria. Rápidamente, Eichmann se convirtió en un experto en cuestiones de
«evacuación forzosa», tal como antes había sido un experto en «emigración
forzosa». Uno tras otro, todos los países impusieron a los judíos la obligación
de empadronarse, de llevar un distintivo amarillo para su más fácil identificación
... Luego, fueron reunidos y deportados. Y las distintas expediciones iban a
uno u otro campo de exterminio del Este, según la capacidad relativa de cada
cual en un momento determinado. Cuando un tren atestado de judíos llegaba a un
centro de exterminio, se seleccionaba entre ellos a los más fuertes para
dedicarlos al trabajo, a menudo al servicio de la maquinaria de exterminio, y
los restantes eran inmediatamente asesinados. Había algún que otro problema,
pero todos eran de menor importancia. El Ministerio de Asuntos Exteriores
estaba en contacto con las autoridades de los países extranjeros ocupados por
los nazis o aliados de Alemania, a fin de ejercer presión en ellas para que
deportaran a sus judíos, o, como bien podía ocurrir, para evitar que los
enviaran al Este sin orden ni concierto, sin tener en cuenta la capacidad de
absorción de los centros de exterminio. (Esto era lo que Eichmann recordaba,
aunque en realidad la operación no fue tan sencilla.) Los asesores jurídicos
redactaron borradores de la legislación necesaria para dejar a las víctimas en
estado de apátridas, lo cual tenía gran importancia desde dos puntos de vista.
Por una parte, eso impedía que hubiera algún país que solicitara información sobre
las víctimas, y, por otra, permitía al Estado en que la víctima residía
confiscar sus bienes. El Ministerio de Hacienda y el Reichsbank hicieron los preparativos precisos
para recibir el enorme botín que les mandarían desde todos los rincones de
Europa, botín formado por todo género de objetos de valor, incluso relojes y
dientes de oro. El Reichsbank efectuaba una selección y mandaba los metales
preciosos a la fábrica de la moneda de Prusia. El Ministerio de Transportes
proporcionaba los vagones de ferrocarril, por lo general vagones de carga, incluso
en los períodos de mayor escasez de material rodante, y procuraba que el
horario de los convoyes de deportados no obstaculizara los demás servicios
ferroviarios. Eichrnann o sus subordinados informaban a los consejos de decanos
judíos del número de judíos que necesitaban para cargar cada convoy, y dichos
consejos formaban las listas de deportados. Los judíos se inscribían en los
registros, rellenaban infinidad de formularios, contestaban páginas y páginas
de cuestionarios referentes a los bienes que poseían para permitir que se los
embargaran más fácilmente, luego acudían a los puntos de reunión, y eran embarcados
en los trenes. Los pocos que intentaban ocultarse o escapar fueron cazados por
una fuerza especial de la policía judía. En tanto en cuanto Eichmann podía
comprobar, nadie protestaba, nadie se negaba a cooperar. Immerzu fahren hier
die Leute zu ihrem eigenen Begriibnis (Día tras día, los hombres parten camino
de su tumba), como dijo un observador judío en Berlín el año 1943.
No hay comentarios:
Publicar un comentario