Pío Baroja, Eduardo Mendoza, p. 132
A mí me pasa que, no ya desde un
punto de vista intelectual, sino de uno material, he sido considerado de tan
distinta manera que me ha sorprendido. Se me ha pintado como alto y bajo, como
rubio y moreno, como esquelético y como hombre de una obesidad monstruosa. Si
en una cuestión de aspecto físico y comprobable puede haber opiniones
contrarias, ¡qué no habrá desde un punto de vista espiritual!
Así he sido yo para algunos
anarquista, conservador, reaccionario, imperialista, racista, enemigo del
pueblo, partidario de la aristocracia; bueno, malo, impío, piadoso ... Como
literato, he sido imitador, plagiario de treinta o cuarenta escritores, algunos
de los cuales no conocía siquiera. La mordedura a mí no me choca, aunque no hago
mucho caso de ella. Está en el aire exasperado y cerrado de los pueblos
meridionales. Me choca más la incomprensión.
A mí me ha interesado mucho la
gente, sus reacciones, sus ideas, sus costumbres, pero sus opiniones no me han interesado
tanto. De ahí que haya vivido un poco como extranjero curioso, y que los demás
hayan tenido de mí una idea un poco estrafalaria y absurda.
Yo no sé si he hecho algo que
valga la pena, pero en ciertas cosas me siento tranquilo. Creo que he luchado
por la existencia con dignidad, sin aprovecharme de los demás, y sin emplear
vilezas.
No he adulado nunca a nadie y
menos al pueblo. Ahora mismo, ya viejo, en un momento en que todo lo que tenía
se lo ha llevado la trampa, he conservado la serenidad. Y al ver que el barco
en donde uno navega se hunde, va comprobando cómo va subiendo el nivel del agua
en la sentina.
París, Cité Universitaire, 1938
Del prólogo de Pío Baroja a la
obra de Miguel Pérez Perrero, Vida de Baroja
No hay comentarios:
Publicar un comentario