Junio de 1940 - octubre de 1940
VOTAD POR LINDBERGH O VOTAD POR
LA GUERRA
El temor gobierna estas memorias,
un temor perpetuo. Por supuesto, no hay infancia sin terrores, pero me pregunto
si no habría sido yo un niño menos asustado de no haber tenido a Lindbergh por
presidente o de no haber sido vástago de judíos.
En junio de 1940, cuando se
produjo el primer sobresalto -la nominación, por parte de la Convención
Republicana en Filadelfia, de Charles A. Lindbergh, el héroe norteamericano de
la aviación y de fama internacional, como candidato a la presidencia-, mi padre
tenía treinta y nueve años, era agente de seguros y tenía una educación de
enseñanza media elemental, con unos ingresos de algo menos de cincuenta dólares
a la semana, cantidad suficiente para pagar a tiempo las facturas básicas, pero
poco más. Mi madre, que había querido estudiar magisterio pero no se lo pudo
costear, que al finalizar la enseñanza secundaria había vivido en casa de su
familia y trabajado como secretaría en una empresa, que había evitado que nos
sintiéramos pobres durante la peor época de la Depresión, administrando el
salario que mi padre le entregaba cada viernes con tanta eficiencia como la que
mostraba en el manejo de la casa, tema .treinta y seis. Mi hermano, Sandy,
alumno de séptimo curso con un talento prodigioso para el dibujo, tenía doce, y
yo, alumno de tercero con un trimestre de adelanto -y coleccionista embrionario
de sellos, estimulado, como les sucedía a millones de niños, por el filatélico
más importante del país, el presidente Roosevelt-, tenía siete.
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