De Un mundo deslumbrante de Siri Hustvedst, p.103
Cuando mi madre vio la película
comentó que Esperanza parecía creer en una forma de pampsiquismo: Me explicó
que es una teoría que sostiene que lo psíquico constituye un atributo
fundamental del universo y que existe en rodas las cosas, desde las piedras hasta
las personas. Dijo que Spinoza compartía esta doctrina y que era una
"postura filosófica perfectamente legítima». Esperanza no sabía nada sobre
Spinoza. Ya sé que me estoy yendo por las ramas con el asunto de mi película,
pero si la menciono es porque me parece importante. Mi madre creía, y yo
también creo, que hay que mirar las cosas con detenimiento, porque después de
un rato lo que pensabas que estabas viendo ya no es para nada lo que c creías estar viendo en un principio. Mirar
con detenimiento a cualquier persona u objeto los convierte en algo que se va
tornando cada vez más extraño, tras lo cual verás más y más. Con mi película
sobre esa mujer solitaria yo quería romper los clichés visuales y culturales, presentar
un retrato íntimo y no una obra de voyeurismo malicioso sobre el horrible hábito
de acumular porquerías.
Mis padres habían visto la
proyección de Esperanza por primera vez en un pase privado en 1991 . Mi padre
fue muy cortés, pero creo que le apenaron mucho las imágenes de la miseria en la que vivía aquella mujer. El tema de la
película le pareció “difícil”. También comentó que le alegraba que el celuloide
no captase los olores. Tenía razón. El apartamento de Esperanza apestaba. A mi madre
le encantó la película y, aunque siempre me alentaba en rodos mis proyectos, me
di perfecta cuenta de que su entusiasmo era auténtico. La reticencia de mi
padre me dolió y supongo que volver a sacar el tema de Esperanza años después,
durante una cena, tenía algo de desafío. Quería demostrarle a mi padre que yo
era muy consciente de lo que escaba haciendo cuando filmé la película, que yo
tenía un punto de vista estético. Oscar habló de la necesidad de acumular, de
la ansiedad y del trastorno obsesivo-compulsivo, y mi padre comentó divertido
que dos años después de ver mi película vio Veinte años de soledad de Anselm
Kiefer, una obra compuesta de pilas de libros y papeles manchados con el semen del artista, y que se había acordado de
mi película.
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