1
Infancia sin verde paraíso
Creo que, aunque tu obra está
escrita bajo el signo de la infancia, hablas muy poco de ella. ¿Es así?
No encuentro nada en la infancia,
fue feliz. Y eso fue todo. No tengo mucho que ver con ese tipo de escritores
que organizan todo su mundo de creación en torno a esos primeros afias de su
vida, en torno a ese periodo de pantalón cono, periodo de exagerado prestigio,
esos días en los que el tópico más redomado dice que son vitales para nuestra creatividad
futura, cosa que yo no creo. En realidad, hasta los diecinueve años no
empezaron a pasarme cosas. Mientras estuve bajo la protección familiar -una
protección paterna, por cieno, muy poderosa-, no me ocurrió nada, y sólo cuando
comencé a estar expuesto a una cierra intemperie me empezaron a suceder
historias, sucesos, hechos más o menos raros. Vi mundo. O eso al menos fue lo
que me pareció: que empezaba a ver mundo.
Y de la juventud, hablas aún
menos, ¿o me equivoco?
Bueno, creo que he hablado mucho
de mi juventud y, además, con notable ironía en París no se acaba nunca, por ejemplo.
Pero también es verdad que no quise nunca permitirle a la infancia y a la
juventud que capturaran en exceso mi mundo mental. Lo hice para así estar en
condiciones de alcanzar mi edad adulta de escritor con mayor rapidez
No hay comentarios:
Publicar un comentario