I saw a film today, oh boy ...
The Beatles
Aunque entusiastas y detractores
seguirán vaciando diccionarios enteros en sus intentos de describirla o de
ridiculizarla, "autenticidad" sigue siendo la palabra con mayor
potencial para suscitar debate. De hecho, esa obsesión central –validar o
invalidar los rollos de película y las cintas-- hace emerger de forma
invariable una preocupación colateral y más general: la cuestión de si, con la
llegada de la tecnología digital, la imagen ha perdido o no su otrora irrefutable
posesión de la verdad. En su mayoría, los escépticos afirman que todo el asunto
es un fraude, aunque admiten a regañadientes que El expediente Navidson es un
fraude de calidad excepcional. Por desgracia, muchos de los que aceptan su
validez también son incondicionales de los avistamientos de OVNIs que aparecen
en la prensa sensacionalista. Está claro que no es fácil mantener la
credibilidad si justo después de dar fe de la veracidad de la película, el
discurso lleva inmediatamente a por qué Elvis sigue vivo y probablemente pasa
los inviernos en los Cayos de Florida.' Una cosa sigue resultando evidente: cualquier
controversia acerca de las filmaciones que hizo Billy Meyer de platillos volantes'
ha sido reemplazada por la casa de Ash Tree Lane.
Aunque muchos continúan dedicando
un tiempo y una energía importantes a antinomias tales como hechos o ficción,
representación o artificio, documento o broma, en los últimos tiempos el
material más interesante que se ha publicado trata exclusivamente de la
interpretación de los acontecimientos internos de la película. Esta dirección
parece más prometedora, por mucho que la casa en sí, igual que el coloso de Melville,
continúe resistiéndose a toda interpretación.
De forma más o menos similar al
tema que trata, la entidad de El expediente Navidson como historia también es
de difícil clasificación, ya sea por medio de categorías o de interpretaciones. Por mucho que finalmente se
catalogue como cuento gótico, mito urbano contemporáneo o simplemente historia
de fantasmas, tal como lo han llamado algunos, tarde o temprano el documental
volverá a rebasar los límites de cualquiera de esos géneros. El expediente
Navidson tiene demasiados elementos que saltan esas fronteras. Allá donde uno
espera el terror, lo sobrenatural o los paroxismos tradicionales del miedo y el
temor, lo que descubrirá será una tristeza inquietante, una secuencia sobre los
isótopos radiactivos o incluso las risas que provoca un episodio de Los
Simpson.
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