GUSTEN A LA ORILLA DEL LAGO, 1
Se puede empezar aquí. Una mañana
de septiembre de 2014.
Gusten Grippe baja a la orilla
del agua. El lago Kallsjon, la ciudad de las villas; hace ya que no va allí por
su cuenta, hace bastante. Una vez, varios años atrás, se mudó de la ciudad de
las villas, donde se había criado, y prometió no regresar jamás. O sea, ¿qué
hace aquí ahora justo esta mañana de septiembre de comienzos de un otoño que lo
obligará a volver a aquello que abandonó un día? La respuesta: nada. Ningún
pensamiento, ningún objetivo. Simplemente, ha venido a parar aquí durante su
habitual carrera matutina. Sí, aún sucede, a veces viene a correr a la ciudad
de las villas, coge el coche hasta aquí desde el pueblo vecino, donde reside en
la actualidad, con elegancia, en una lujosa guarida de soltero de dos plantas
(nuestro Gusten es agente inmobiliario, el agente infernal lo apodan, por lo
bueno que es). Quizá sea un presagio, una señal, algo relacionado con el sexto
sentido. A lo sumo seguramente solo una casualidad, una irónica coincidencia.
Pero una vez, cuando Gusten era
niño, este era su mundo: la ciudad de las villas, el lago Kallsjon, las playas circundantes,
las fincas que rodeaban el lago, y el bosquecillo y el sendero deportivo que
discurre a la orilla de la fangosa corriente de agua que no es ni profunda ni
fría ni peligrosa
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