PRÓLOGO
Ala muerte de Kafka, en 1924, su
amigo y albacea Max Brod recogió en Praga y otros lugares frecuentados por el escritor
todos los legajos, escritos y documentos relativos a la vida y la obra del
autor. Kafka había aprobado publicar en vida solamente siete pequeños volúmenes
de narraciones; entre ellos, Contemplación (1913) y Un artista del hamhre (1924
), que llegó a librerías a las pocas semanas de haber fallecido el escritor,
quien en su lecho de muerte corrigió parte de las pruebas de imprenta que la
editorial berlinesa le había enviado.
Brod editó sin dilación las tres
novelas de Kafka El proceso, El castillo y El desaparecido (con el nombre
apócrifo de América), y más tarde se hizo cargo de la edición o reedición de
casi todos los textos narrativos de este. Pero lo hizo con escasa competencia
filológica, extrayendo de los diarios pasajes de factura narrativa y que a
menudo tituló de manera arbitraria. A su vez omitió fragmentos -en especial por
lo que se refiere a la correspondencia- relativos a personas todavía vivas
entonces. Mucho después, a partir del año 1982i un grupo internacional de
filólogos procedió a la edición crítica de todos los textos conservados de Kafka
bajo el sello alemán Fischeri que debe ser considerada la edición canónica de
la obra del autor.
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