Huaco retrato, Gabriela Wiener,p 113
El racismo científico vivió su
apogeo en el siglo XIX gracias a los avances en varias ramas del conocimiento
ilustrado que ayudaron a crear las bases de una concepción racista de las sociedades.
Biólogos y antropólogos se aplicaron en dividir la especie humana en clases a
partir de su color de piel y otros rasgos físicos, estableciendo una jerarquía
entre personas y otorgándole a la raza blanca la supremacía. Fue en la segunda mitad
de la centuria que los imperios europeos usaron estas teorías para justificar
la explotación colonial y las políticas genocidas en América, Asia, Oceanía y
sobre todo en África. En 1885 se legalizó el reparto de África en la
Conferencia de Berlín, un encuentro entre doce países europeos, Estados Unidos
y el imperio otomano para atribuirse derechos territoriales exclusivos sobre
este continente sin preguntárselo a los pueblos que lo habitaban. Esta visión
del mundo legitimó que el rey Leopoldo II de Bélgica se quedara el Congo como propiedad
privada, su parque de diversiones personal para esclavizar, torturar y asesinar
sanguinariamente congoleños. Francia conquistó Madagascar y destruyó Tombuctú y
el Reino de Dahomey. Gran Bretaña hizo lo mismo con Benín. En 1906, en la Conferencia de
Algeciras, Francia y España se repartieron Marruecos.
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