Una mujer de verde y un hombre de gris
La primera persona a quien oí
llamar Poisonville a la ciudad de Personville fue un zafrero pelirrojo, en el Gran
Barco de Butte. Pero también cambiaba en diptongos otras erres. Y no presté
atención a lo que hiciera con el nombre de la ciudad. Más tarde escuché a otros
hombres capaces de habérselas con las erres pronunciar el nombre de igual
manera. Aun así, no vi en ello sino un ejemplo más de ese inane donaire que
suele inspirar los retruécanos de la germanía. Pero unos años más tarde fui a
Personville y entonces comprendí mejor el porqué.
Llamé al Herald desde uno de los
teléfonos de la estación, pregunté por Donald Willsson y le dije que había llegado.
-¿Puede usted venir a mi casa
esta noche a las diez? -su voz tenía una agradable sequedad-. Está en Mountain Boulevard,
número 2101. Tome un tranvía de Broadway, y bájese en la esquina de Laurel
Avenue. Queda a dos manzanas en dirección oeste.
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