Wagnerismo, Alex Ross
En 1955, la ciudad de Bayreuth
tomó la curiosa decisión de instalar el enorme busto de Wagner de Arno Breker
en el parque que hay debajo de la Festspielhaus. La escultura sigue mirando hoy
día fríamente a los espectadores del festival, pero en los últimos; años se ha
visto rodeada de una exposición al aire libre titulada, « Verstummte Stimmen» (
«Voces silenciadas»), un despliegue de paneles que cuenta la suerte de los
músicos judíos que trabajaron en Bayreuth antes de la época nazi. Una docena de
ellos perecieron durante la guerra, ya fuera en guetos, en el «campo modelo» de
Theresienstadt, o en los campos de la muerte. Un panel honra al barítono Karl
August Neumann, nieto de Angelo Neumann, el empresario judío a quien Wagner
confió la producción itinerante del Anillo. Neumann cantó Beckmesser en presencia
de Hitler en 1933. Fue arrestado y encarcelado por haber mantenido supuestamente
contactos con la resistencia, pero sobrevivió a la guerra.
Es posible que algunas de las
víctimas judías de Bayreuth oyeran música de Wagner justo antes de morir.
Varios supervivientes del Holocausto recuerdan el encuentro con Wagner en los
campos de concentración. Un músico polaco recordaba que cuando llegó a
Auschwitz en 1944 fue saludado por una «gran orquesta sinfónica de primera clase»
tocando Lohengrin. Alex Dekel, que fue seleccionado cuando era un niño para los
experimentos médicos de Josef Mengele en Auschwitz, dijo que «podía oír la
música atronadora de Lohengrin saliendo a todo volumen de los altavoces cuando
estaba atravesando las puertas de Auschwitz». Un prisionero político en Dachau
contó cómo oyó «música patriotera wagneriana» en 1933. Mengele silbaba al
parecer melodías de Wagner, entre otros compositores, cuando recorría las
instalaciones de Auschwitz haciendo sus selecciones.
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