Pasolini, Miguel Dalmau, p. 16
¿Pasolini profeta? En efecto. Conviene recordar aquí que el
profeta no adivina el futuro: no es aquel arúspice romano que consultaba las
vísceras humeantes de las bestias para anunciar luego oscuros presagios o
acontecimientos felices, desde el altar del sacrificio. El profeta no es un
adivino: es una voz que viene del pasado, un personaje que se instala en el
presente y lo observa desde la tradición, antes de elaborar un discurso de
advertencia para la comunidad. El profeta nos descubre algo que no hemos visto,
se pronuncia con valentía y nos advierte de los peligros de nuestra ceguera. No
otra cosa hizo Pasolini en la segunda mitad de su vida, señalar todo el
desastre que entonces se anunciaba en el horizonte: la corrupción política, la
pérdida de valores, el abandono del mundo rural, la destrucción del paisaje, el
genocidio cultural sobre las sociedades y pueblos primitivos, el poder omnímodo
y manipulador de los medios de comunicación, la mansedumbre de los
intelectuales, la vulgaridad de la subcultura de masas, la homogeneización de
la sociedad, la pérdida de libertades del individuo ... Esta crónica de un
desastre anunciado hace medio siglo es el mundo en el que vivimos ahora.