Banderas sobre el polvo, Willaim Faulkner, p. 222
-¿No ha vuelto Snopes contigo?
-preguntó.
Este Snopes era un joven, miembro
de una familia al parecer inagotable, que durante los diez o doce últimos años
había ido emigrando a la ciudad poco a poco desde un pequeño pueblo conocido
como Frenchman' s Bend. Flem, el primero de los Snopes, había aparecido un día,
sin llamar la atención y sin provocar la menor alteración en la vida de la
ciudad, tras el mostrador de un pequeño restaurante en una calle sin importancia,
que frecuentaban los campesinos. Con este apoyo y como Abraham en tiempos
pretéritos, fue trasladando a su familia a la ciudad, pieza a pieza. El mismo
Flem era ya gerente de la central eléctrica y del suministro de agua a la
ciudad y durante algún tiempo también había sido una especie de factotum de la
alcaldía. Tres años antes, para sorpresa y consternación del viejo Bayard
Sartoris y a pesar de su evidente disconformidad, se había convertido en
vicepresidente de su banco, donde un pariente suyo era ya contable. Todavía
conservaba el restaurante, y la tienda de lona en la parte posterior que él, su
mujer y un niño pequeño habían utilizado como vivienda durante los primeros
meses de residencia en la ciudad y que posteriormente servía de apeadero para
los Snopes que iban llegando, hasta que se distribuían por los variados e
insignificantes negocios de tercera categoría -tiendas de ultramarinos,
barberías (había un Snopes, aquejado de alguna especie de invalidez, que
regentaba un tostador de cacahuetes de segunda mano), etc.- donde se multiplicaban
y florecían. Los residentes más antiguos, en sus hogares de estilo Jefferson y
en sus decorosas tiendas y oficinas, los contemplaban divertidos al principio.
Pero hacía ya mucho tiempo que esta actitud se había convertido en algo mucho
más parecido a la consternación.
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