Poesía y capitalismo, Walter Benjamin, p. 190
Balzac fue el primero que habló
de las ruinas de la burguesía. Pero es el surrealismo el que primero ha abierto
sobre ellas una perspectiva. El desarrollo de las fuerzas de producción hizo
que se derrumbaran los símbolos optativos del siglo pasado antes de que se
desmoronasen los monumentos que los representaban. En el siglo diecinueve ese
desarrollo ha emancipado del arte a las formas configurativas, igual que en el
siglo dieciséis las ciencias se liberaron de la filosofía. El comienzo lo marca
la arquitectura como construcción de ingeniería. Sigue la reproducción de la
naturaleza como fotografía. La creación de la fantasía se prepara para
convertirse prácticamente en publicidad. La creación literaria se somete en el
folletón al montaje. Todos estos productos están a punto para dirigirse al
mercado como mercancía. Pero vacilan en el umbral. Los pasajes y los
interiores, los panoramas y los pabellones de las exposiciones proceden de esta
época. Son residuos de un mundo imaginario. Valorar en la vigilia estos
elementos .de ensueño es un ejercicio escolar del pensamiento dialéctico. Por
eso el pensamiento dialéctico es el órgano del despertar histórico. Cada época no
sólo sueña la siguiente, sino que soñadoramente apremia su despertar. Lleva en
sí misma su final y lo despliega -según Hegel- con argucia. Antes de que se
desmoronen empezamos a reconocer como ruinas los monumentos de la burguesía en
las conmociones de la economía mercantil.
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