Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

POLVO

Cartas, Cheever, p. 194
Crónica de los Wapshot había sido aceptada por el Club del Libro del Mes, lo que contribuyó mucho a su éxito. El club quería que se borrara una palabra.
“Entonces, ella abrió la puerta y salió, pero no desnuda, sino con un camisón cerrado y suelto y pasándose un trozo de seda dental por entre los dientes.
-¡Oh, Melissa! -dijo él.
-Dudo que me quieras -dijo ella con la voz tenue y desapasionada de una solterona, que le recordó cosas tenues como el humo y el polvo-. A veces pienso que no me quieres en absoluto y, desde luego, te importa demasiado el sexo, oh, demasiado ...
-Pero yo te quiero -dijo él, esperanzado.
-Hay hombres que se traen trabajo de la oficina a casa –dijo ella-. La mayoría de los hombres lo hacen. La mayoría de los hombres que yo conozco. -Su voz parecía secarse mientras él la escuchaba, perder sus notas más profundas a medida que sus sentimientos se estrechaban-. Y la mayoría de los hombres de negocios tienen que viajar mucho. Pasan mucho tiempo lejos de sus mujeres. Tiene otros desahogos además del sexo. Al menos, la mayoría de los hombres sanos. Juegan al squash.
-Yo juego al squash.
-Nunca has jugado al squash desde que yo te conozco.
-Pues antes jugaba.
-Desde luego -dijo ella-, si es absolutamente necesario para ti hacerme el amor, lo haremos, pero creo que deberías comprender que no es algo tan crucial.
-Con tanto hablar has conseguido ahorrarte un polvo -dijo el fríamente.”

El Club del Libro del Mes quería saber si era imprescindible que usara la palabra «polvo». El cuento en el que se inspiraba esta parte de la novela se había publicado en The New Yorker sin la palabra en cuestión. Aparte de la probabilidad de un aumento de las ventas, el acuerdo con el club incluía una considerable cantidad de dinero. Pero mi padre se mostró inflexible. The New Yorker le había apoyado y publicado sus relatos desde que tenía veinte años, y haría casi cualquier cosa por The New Yorker. Pero este era su libro y esa era la palabra adecuada. Bessie aceptó, y volvió a la mesa de negociaciones. Tuvo éxito y así fue como los miembros del Club del Libro del Mes vieron publicada por primera vez en su vida la palabra “polvo”.

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