De Matar a un ruiseñor de Harper Lee, p. 142-143
-¿Y murió libre? -preguntó Jem.
-Como el aire de las montañas
-dijo Atticus-. Estuvo consciente hasta el final, casi. Consciente -sonrió-- y
gruñona. Seguía desaprobando enérgicamente mis acciones, y dijo que
probablemente me pasaría el resto de la vida sacándote de la cárcel. Hizo que
Jessie te preparara esta caja ...
Atticus se inclinó y recogió la
caja de caramelos. Se la entregó a Jem. Jem abrió la caja. En su interior,
rodeada de bolas de algodón húmedo, había una camelia blanca y perfecta. Era
una Nieve de la Montaña.
A Jem casi se le salieron los
ojos de las órbitas.
-Viejo demonio del infierno,
¡viejo demonio del infierno! -gritó, arrojándola al suelo-. ¿Por qué no me deja
en paz?
Al instante, Atticus se levantó y
fue hacia él. Jem enterró la cara en la camisa de Atticus.
-Shh -le dijo-. Creo que era su
manera de decirte: «Ahora todo está bien, Jem, todo está bien». Ya sabes que
era una gran dama.
- ¿Una dama? -Jem levantó la
cabeza. Tenía la cara roja-. Después de todo lo que dijo de ti, ¿una dama?
-Lo era. Ella tenía sus propias
opiniones sobre las cosas, muy diferentes a las mías, quizá ... Hijo, te he
dicho que, aunque hubieras mantenido la calma, yo mismo te habría dicho que
fueras a leerle. Quería que vieras un aspecto de ella ... quería que vieras lo
que es la verdadera valentía, en lugar de tener la idea de que valentía es un
hombre con un arma en la mano. Es cuando sabes que estás vencido antes de
comenzar, pero de todos modos comienzas, y sigues adelante a pesar de todo.
Casi nunca ganas, pero a veces lo haces. La señora Dubose ganó, los cincuenta
kilos de su cuerpo lo hicieron. Según su punto de vista, murió sin estar en
deuda con nada ni con nadie. Era la persona más valiente que he conocido jamás.
Jem recogió la caja de dulces y la lanzó al fuego. Recogió la camelia, Y cuando
me iba a la cama le vi toqueteando sus grandes pétalos. Atticus estaba leyendo
el periódico.