Alain medita sobre el ombligo
Era el mes de junio, el sol
asomaba entre las nubes y Alain pasaba lentamente por una calle de París.
Observaba a las jovencitas que, todas ellas, enseñaban el ombligo entre el
borde del pantalón de cintura baja y la camiseta muy corta. Estaba arrobado;
arrobado e incluso trastornado: como si el poder de seducción de las jovencitas
ya no se concentrara en sus muslos, ni en sus nalgas, ni en sus pechos, sino en
ese hoyito redondo situado en mitad de su cuerpo.
Eso le incitó a reflexionar: si
un hombre (o unaépoca) ve el centro de la seducción femenina en los muslos,
¿cómo describir y definir la particularidad de semejante orientación erótica?
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