Una referencia interesante: en Palermo, lugar al que se habían mudado antes de nacer su hermana, vivía gente de familia bien venida a menos con otra no tan recomendable. Él no era consciente de la presencia de los compadritos porque apenas salía a la calle. Cuenta que sus primeros años escolares no fueron placenteros, sus compañeros eran crueles burlándose porque usaba anteojos y vestía como un niño de Eton. Dice haber olvidado el nombre de la escuela pero en cambio recuerda el nombre de la calle: Thames.
En cuanto a la redacción en
español escribe que «le enseñaron a escribir de una manera florida ... Más
tarde, en Ginebra, me explicaronque esa forma de escribir carece de sentido y
que debía ver las cosas por mis propios ojos».
Los nueve años más desdichados de
su vida los pasó en la Biblioteca Miguel Cané, está en un medio hostil en el
que no puede trabajar honradamente porque de hacerlo pondría de relieve la
haraganería de los otros; un medio en el que la violación de una lectora en los
baños fue justificada diciendo que eso tenía que pasar por la proximidad del
baño de los hombres y del de las mujeres. Denuncia también la frivolidad y la
incomprensión de sus amigas, damas de sociedad que le dijeron al visitarlo:
«Quizá te parezca divertido trabajar en un sitio como éste, pero prométenos que
antes de fin de mes encontrarás un empleo de por lo menos novecientos pesos». «Les
di mi palabra de que lo haría.»
Recuerda que otra vez un
compañero encontró en una enciclopedia el nombre de un tal Jorge Luis Borges y
se sorprendió de la coincidencia de nombres y fechas, dice: «Aunque resulte irónico, en esa época yo era un escritor
bastante conocido, salvo en la Biblioteca».
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