Cuando salen del congelador, la
bola de helado está dura, con bordes afilados en la superficie circular de la
parte arriba, y se puede elegir entre chuparlos -entonces los cantos se
redondean, un proceso que se intensifica si hace calor y el helado se derrite, y
la bola va adquiriendo lentamente forma de pera, con el helado a menudo
goteando por el cucurucho, que hay que retirar chupándolo con cuidado- o
morderlos, lo que resulta más rápido. Pero como para muchos parte de la gracia
del helado está en prolongar la vivencia de comerlo, eso no es una ventaja
obvia, excepto que se evita ese caldillo pegajoso, y la guarrada que conlleva
un prolongado goce del helado, sobre todo en lo que se refiere al helado Corona
de chocolate, ya que el chocolate también se derrite. Otra manera de abordar el
helado Corona es a mitad de camino del proceso de chupado, cuando el helado
está blando y maleable por algunas partes, casi como crema, simplemente
mordiendo la parte de abajo del cucurucho, de manera que se haga un agujero por
el que sea posible sacar el helado absorbiéndolo. El otro gran superviviente de
la oferta noruega de helados es el Palo de Oro. Es, como su nombre indica, un
helado de palo. Está hecho de leche y recubierto de chocolate y crocanti, y
también tiene capas de chocolate en el interior. Precisamente esa combinación
de helado, cobertura de chocolate, crocanti y palo tiene algo básico, algo
sólido y poco ostentoso que en mi opinión eligen muchos padres para sus hijos
con el fin de atenuar el carácter extravagante que se asocia con la compra de
helados, que es un lujo innecesario, algo insalubre y vacío, lo que la
funcionalidad y simpleza básica del Palo de Oro en cierto modo contrarresta. Mi
problema con los helados en mi infancia era elegir el bueno.
Te quiero más que a la salvación de mi alma
HELADOS
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